"Nos complace anunciar que hemos iniciado un proceso emocionante y participativo para cambiar el nombre de nuestro centro educativo. Queremos que este nuevo nombre refleje nuestros valores, nuestra historia y el compromiso con el futuro de nuestra comunidad", señalaba en la web del centro la dirección del colegio público de Infantil y Primaria, La Inmaculada, de Cádiz.
Para esta modificación, el alumnado tendrá la oportunidad de trabajar sus propuestas durante una actividad de tutoría en el colegio, donde reflexionarán y desarrollarán ideas originales en un espacio colaborativo y dinámico. Por su parte, la dirección también ha invitado a las familias, al profesorado y al resto de la comunidad educativa a participar enviando sus propuestas.
"Entre todas las propuestas recibidas, se seleccionará el nombre que mejor nos represente. Para cualquier duda o consulta, no dudes en ponerte en contacto con nosotros a través de los canales habituales", afirma el comunicado.
El nuevo nombre no podrá contener simbología religiosa ni política. Aseguran que van a valorar la vinculación del nombre con la localidad y que no se aceptará ninguno que pueda resultar ofensivo, controvertido o que estén protegidos por derechos de autor. Además es importante que sea fácil de usar y pronunciar.
Valores como estos:
Y contenidos como los siguientes:
Por su parte, ABC, publica la carta de un antiguo alumno en la que señala: "Para mí será siempre La Inmaculada. En mi opinión, no he sentido ahora ningún clamor popular ni ninguna demanda colectiva para que se cambie el nombre del C.E.I.P. La Inmaculada que, desde 1977, se ubica en sus actuales instalaciones. Aunque hay que remontarse a 1972 al origen de este colegio en la Avda. Duque de Nájera 7. Es sorprendente cómo se quiere utilizar al alumnado, bajo la excusa pintoresca de una tarea educativa, para cambiar el nombre del que fue mi colegio en la década de los 80. No hay que ser muy perspicaz para pensar que se trataría de un cambio de nombre por connotaciones religiosas y, a la par, castrense. En el simple hecho de querer renombrarlo debe de haber una parte de ignorancia y un intento premeditado de borrar la historia de La Inmaculada, como si se quisiera sembrar una nueva ideología a los alumnos. Es decir, adoctrinando a las nuevas generaciones. Lo que tiene que preocupar al profesorado y a los iniciadores de esta descabellada propuesta no sería el cambio del nombre del centro sino otros aspectos de interés general como una educación de calidad a los alumnos, con valores de respeto y tolerancia hacia los demás".