Les montan en barcos que son latas de sardinas, previo pago de fuertes cantidades de dinero. Luego les abandonan, a pocas millas de la costa africana, no vayan a comprometer a las mafias de esta trata humana, y avisan a las ONG del tipo 'Open Arms', teléfonos o radio que -¡oh, casualidad!- controlan los narcotraficantes. Las ONG les encuentran y les trasladan, no de vuelta a Libia, por ejemplo, sino a Italia, donde exigen ayudas al gobierno italiano. Y la mayoría de las veces ni tan siquiera les transportan las ONG sino que estas, que tienen una caradura tremenda, avisan a los salvamentos marítimos nacionales para que lo hagan y les ponen como no digan dueñas si no lo hacen en tiempo y forma. 

Que no, que la emigración es mala per se y hay que evitarla a toda costa. Lo que hay que hacer en Europa es ayudar a los países pobres en su propia casa

A partir de ahí comienza la manipulación mediática: las ONG acusan al gobierno italiano de Giorgia Meloni de no haber acudido a tiempo a salvar a los náufragos a pesar de haber emitido una señal de auxilio. Y -¡miren qué vergüenza!- Giorgia Meloni y Mateo Salvini celebraban el cumpleaños del segundo en un karaoke. ¡Qué horror! ¿Qué querían? ¿Que Matteo celebrará su cumpleaños cuando dejaran de llegar pateras? Insisto: el progresismo siempre es muy hipócrita y, además, carece de sentido del humor, es decir, de sentido de las proporciones.

Es más, RTVE introduce a Matteo Lepore suspirando por la inhumanidad de Meloni. Naturalmente, la TV pública española no advirtió a sus televidentes que Lepore es un comunista, perdón ahora demócrata de izquierdas, en España conocidos como podemitas, alcalde de Bolonia y y aspirante a la primacía política italiana. Un italiano sinvergüenza que monta un melodrama interesado, a costa de utilizar a las pobres víctimas de las mafias... y a las ONG caraduras.

Ayudar al Tercer Mundo, si fuera necesario, por la fuerza, con esa injerencia positiva que predicara San Juan Pablo II

Más casualidades: con la izquierda en el poder y Mario Draghi -vivo ejemplo del progresismo capitalista hermanado con los progres comunistas- a la cabeza del Gobierno, las mafias dejaron de enviar barcos a las fosas comunes del fondo del mar. Y sobre todo, las ONG estaban calladísimas. Ahora, con Meloni, miren por dónde, surgen barcas por doquier, naufragios trágicos y desastres no atendidos por el Gobierno italiano... y novelas-río sobre el cumpleaños de Mateo Salvini y el karaoke de Giorgia Meloni.

Miren ustedes, señores progres, ya sean comunistas o capitalistas: la emigración es mala por principio y debe ser evitada a toda costa. Se trata de ayudar a los países pobres -y no es fácil, por la corrupción reinante en muchos de esos Estados- en su propio territorio sin obligar a sus ciudadanos a arriesgar la vida para sobrevivir en un mundo que les es extraño. 

Pero claro, ayudar en serio a los miserables a salir de la miseria resulta mucho más caro y esforzado que acoger a unos pocos que se lanzan a una barca. Eso cuesta mucho menos y quedas mucho mejor ante las cámaras. Sólo que, con ello, no haces otra cosa que sostener el negocio de sangre de las mafias que engordan con la miseria. La culpa, eso sí, la tiene Meloni, que es una fascista.  

Meloni, sin ser una 'hija de María', gobierna bajo principios cristianos, que son los mismos principios que han forjado Europa y sin los que Europa no se entiende

Al fondo, la gran pregunta: ¿Por qué les molesta tanto Meloni? ¿Es una pía católica? No, es más, su situación personal resulta un tanto irregular. Ahora bien, Meloni, sin ser una 'hija de María', gobierna bajo principios cristianos, que son los mismos principios que han forjado Europa y sin los que Europa no se entiende. Como me decía un conocido empresario español: yo soy ateo pero culturalmente cristiano. 

Y por eso, claro, no soportan a Meloni, la califican de ultra y así la descalifican. Mismamente, la corresponsal de RTVE en Roma, Begoña Alegría. Y sin embargo, una ultra ganó las elecciones en Italia. Es decir, que los italianos son mayoritariamente fascistas.

Volviendo a la emigración. Toda migración es mala, es un fracaso. Ahora mismo, la acogida al emigrante no hace otra cosa que fortalecer a las mafias. ¿Significa eso que no hay que ayudar al que se está ahogando? Por supuesto que hay que ayudarle, no le vas a dejar morir. Pero, al mismo tiempo, no hacerle el juego a las mafias. Ayudar al Tercer Mundo y, en el caso español, sobre todo a Hispanoamérica, a que se desarrolle por sí sola y obligarle, a cambio, a que no arroje al mar a sus compatriotas. 

Ayudarle, si fuera necesario, por la fuerza, con esa injerencia positiva que predicara San Juan Pablo II.