El cardenal Fridolin Ambongo, presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (Secam) arremetió duramente contra la cultura occidental actual -“está en decadencia”- que podríamos calificar, sin temor a equivocarnos, de progre con tendencia a ultra-progre.
En Occidente, “como no gustan los niños, quieren atacar a la célula básica de la humanidad, que es la familia. Si destruyes la familia, destruyes la sociedad”, afirmó el pasado viernes. “Poco a poco, van a desaparecer (los occidentales). Van a desaparecer. Les deseamos una buena desaparición”, ironizó.
Ese ataque a la familia procede, además, de organizaciones que, se supone, deberían defender, en último término, a la familia, como son la ONU, Unicef o la OMS, que preside un tal Tedros Adhanom, uno de los personajes actuales más tristes y siniestros del planeta.
Estas organizaciones, actualmente en manos del Nuevo Orden Mundial (NOM) -esto no lo dice Ambongo, lo digo yo-, presionan a los gobiernos contrarios al lobby LGTBI amenazándoles con retirarles la financiación, incluida la destinada a programas de vacunación.
“Por eso, cuando el 18 de diciembre recibimos el documento Fiducia supplicans, firmado por el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la FE y co-firmado por su santidad el Papa Francisco, hubo un revuelo en África”, afirmó. Entonces, Ambongo marchó rumbo a Roma y, tras reunirse con el Papa, éste le puso en contacto con Víctor Manuel “Tucho” Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con quien trabajó el día siguiente en la redacción del documento que firmaron los obispos africanos. “En África no hay lugar para bendecir parejas homosexuales. Para nada”, afirmó el cardenal.