Con el cambio de algoritmo de Google del pasado 4 de diciembre -ha habido otros pero no de tanta envergadura-, el buscador más famoso del mundo cerró el ciclo. Hasta entonces era parásito, pues no hacía información sino que catalogaba lo que hacen los medios informativos. Era un ladrón, dado que robaba a los medios la publicidad (en España se ha quedado con un cuota de publicidad, antes de la prensa, del 50%), y ahora añadía el papel de censor, porque había decidido, una vez logrado el monopolio, aplicar lo políticamente correcto: todo lo que se salga de los criterios marcados desde el poder, eso que en el siglo XXI hemos dado en llamar Nuevo Orden Mundial (NOM) debía ser, si no borrado (Google no borra nada, que eso dañaría su negocio), sí pasado de la pantalla primera de su motor de búsqueda a la séptima donde ningún usuario llega.
Google presume de una objetividad que no es otra cosa que una gran mentira. El algoritmo no es más que unas meras instrucciones de valoración que un ser humano y pensante -mayormente malpensante- introduce al robot para que este lo aplique de forma impecable. Ergo, ¿Google censura? Sí, censura… y cada vez más.
Google se ha convertido en el protector del poderoso, sobre todo del poderoso del dinero, que en política hay que dar una apariencia de pluralismo, en los mercados no
Digo que el 4 de diciembre de 2020, el algoritmo de Google (naturalmente secreto, objetivo y científico) introduce dos criterios fundamentales: Mi dinero y mi vida, o sea, mi salud… ‘my money, my life’.
En principio suena bien, luego te das cuenta de que estamos ante la mayor merienda de negros -perdón de subsaharianos-, ante una censura global de pensamiento único realmente peligroso.
Veamos: ‘mi Money’ significa que no te puedes meter con las grandes empresas. Eso podría perjudicar, qué sé yo, a los accionistas de esas empresas, a sus clientes o a sus trabajadores. Ni que decir tiene que las grandes empresas adoran a Google.
Tras el pánico a la muerte y al dolor credo por el Covid, ‘my life’ significa que, como te desvíes un milímetro de la teoría oficial sobre la pandemia, serás condenado al silencio por negacionista y conspiranoide
‘Mi life’, significa que, por ejemplo en todo lo referente al Covid, no puedes manifestar la menor sospecha sobre lo políticamente correcto, el mandamiento de nuestra clase política, peón, a su vez, de la sociedad de la información, cuyo rey es Google. Y como dicen los expertos en marketing digital, “si no eres amigo de Google estás muerto”. No estarás muerto pero te quedarás en pequeño.
Para Google, el mundo está lleno de negacionistas -yo creo que no-, enemigos de la ciencia. Yo creo que de lo que está lleno es de tragacionistas, de quienes tienen unas tragaderas amplias, esos que en cuanto les hablan de evidencias científicas y otras tontunas (o es evidente o es científico) se ponen en posición de firmes.
En resumen, Google se ha convertido en el protector del poderoso, sobre todo del poderoso del dinero, que en política hay que dar una apariencia de pluralismo y democracia, en los mercados no.
Internet puede pasar de paraíso de la libertad de expresión a censura planetaria. El verdugo será Google, nuestro motor de búsqueda favorito
Además, con el pánico a la muerte y al dolor generado por el coronavirus, la temida tiranía sanitaria, el segundo vector del nuevo algoritmo Google, ‘my life’ significa que como te desvíes un milímetro de la teoría oficial sobre la pandemia y no adecúes a ello tu jerarquía de valores, es decir, si no llevas una vida dominada por el miedo a la muerte, serás condenado al silencio por negacionista, conspiranoide… y un poquito cabrón.
Y así es como, queridos niños, Internet puede pasar de paraíso de la libertad de expresión a censura planetaria. El verdugo de esta revolución sangrienta -al menos para el alma- será Google, nuestro motor de búsqueda favorito, al que algunos llaman ‘San Google’, un santo echado del cielo a patadas aunque, eso sí, forrado de millones de dólares.