Irene Montero cosecha éxitos allá por donde pasa. O, mejor dicho, allá por donde legisla. Véase: el Sòlo sí es sí siguen dando sus 'frutos' y así, según ha podido saber Ok diario de fuentes judiciales, se estima que el número de beneficiados llegue hasta 850 los agresores sexuales favorecidos por la norma, de los cuales 90 han sido excarcelados. Las mismas fuentes calculan que, posiblemente, la reducción de penas rondarán las 1.000 coincidiendo con las elecciones del 28 de mayo.

Y otra de las normas estrella de la legislatura de la ministra de Igualdad, la ley Trans, no le va a la zaga. Un ejemplo más de los 'efectos' de dicha ley: el del acusado de acosar a su ex pareja que se ha cambiado de sexo y alega ahora no poder ser juzgado por violencia de género por ser mujer. Y es que, hablamos de un delito con el que se busca castigar la violencia física y/o psicológica que ejerce el hombre hacia la mujer siempre que entre ambos exista o haya existido una relación sentimental, esté o no formalizada y con independencia de que convivan o no lo hayan hecho nunca. Pero si el hombre se autodetermina mujer...

Señala ABC que el caso todavía no ha llegado al juicio, pero la Fiscalía de Violencia de Género delegada en esta provincia ha consultado a su homóloga del Alto Tribunal para recibir instrucciones de cómo debe plantear el proceso para sentar en el banquillo al procesado. Aparte de un quebrantamiento de la orden de alejamiento, hay varios delitos más presuntamente cometidos contra esta mujer, madre del hijo de ambos, si bien, explica el mismo diario, a priori parece poco probable que el cambio de sexo vaya a modificar la acusación pública para dejar de tipificarlo como violencia de género.

Conclusión: ¿cuál es el origen del mal? Si no existiera la autodeterminación de género no se estaría planteando si al acusado se le puede achacar o no un delito de acoso.