Bien ya tenemos un Tribunal Constitucional renovado y con nuevo presidente y vicepresidente/a. ¿Y por qué nace viciada la nueva composición? Porque después de tanta exigencia, prisas, y movimientos espurios por parte de la Izquierda para proponer la renovación de los componentes cuyo mandato terminó en junio del año pasado, no se han dado la misma prisa en proveer la vacante dejada por D. Alfredo Montoya, que debe ser propuesta por el Senado, para su nombramiento por el Rey.
¿Será porque ahora el PSOE tiene mayoría absoluta en el Senado y querrán proponer y que se nombre un miembro claramente progresista? ¿O bien porque ya que tienen la mayoría progresista asegurada 7 a 4, la elección del Presidente ha sido coser y cantar, pues este y no otro ha sido desde el principio su objetivo? Si ahora además sale uno de los suyos, “miel sobre hojuelas”. Partido ganado 8 a 4. Aunque pueden permitirse el lujo de que el que proponga el Senado sea un conservador pactado, y tratar de quedar como unos señores.
Aunque no lo creo, dado el antecedente con el primer movimiento ya hecho, al elegir Vicepresidente/a, a “una progresista”; rompiendo una regla no escrita -¿cuántas van ya en las legislaturas en que han gobernado los socialistas durante 30 años?-. ¡Oiga, que han sido 30 años! de que el Vicepresidente/a, no fuese del mismo pensar y sentir que el Presidente.
No se ha hecho con el tribunal al completo. ¿Qué habría votado el miembro que falta? A lo mejor en vez de 6 a 5, podía haber resultado 6 a 6.
Por ello digo que es un tribunal que ha quedado, ya, viciado, porque podemos afirmar que es un tribunal cuya imparcialidad ha quedado dañada y en entredicho, por la misma votación que han realizado. No solamente hay que serlo, también parecerlo.