Amanda Benson, una presa de Escocia, le contó en una entrevista a la escritora J.K. Rowling -amenazada por activistas trans en Twitter- el calvario que sufrió en prisión al compartir celda con dos hombres que decían sentirse mujeres y encarcelados por... abusar de mujeres.
Benson relató cómo las 38 mujeres con las que convivían los dos presos, tenían pánico al verse obligadas a compartir las duchas con ambos, separados tan sólo por una cortina. La exreclusa relató cómo los dos hombres ni se vestían como mujeres, ni estaban operados, ni se maquillaban. Al contrario, mostraban su anatomía sin pudor alguno.
¿Será por casos como el relatado por Amanda -o por peticiones como la de Adam/Isla- que el gobierno Escocés ha suspendido los traslados de presos trans a cárceles de mujeres? ¿O será que el país ha sido preso de sus propios delirios progres y ha acabado por aceptar que la realidad es tozuda?