Es curioso: el Nuevo Orden Mundial (NOM) ha ganado la batalla del covid en el sentido de que ha logrado imponer, al menos durante 2020 y 2021, el miedo entre la mayoría -y el miedo es el inicio de la melancolía- y la orden de vacunarse sin hacer preguntas. Insisto, no sólo vacunarse sino hacerlo sin cuestionar la orden de la superioridad, con un fármaco no probado. A lo mejor había que vacunarse, pero no era necesario mentir sobre los efectos secundarios que una vacuna apenas experimentada pudiera tener.
Recuerden que el poder político se guía siempre por la misma tónica: hay que hacer algo para que no nos echen a los perros; esto es algo; ¡hazlo!
Ahora bien, en 2022 se ha impuesto la sensatez porque la gente ha comprobado que el coronavirus es un virus que, como todos los virus, debe ser afrontado por nuestro sistema inmunológico, es decir, por nuestra propia naturaleza creada y porque se ha impuesto la razón, que concluye algo parecido a esto en los cinco continentes: no sabemos nada del virus, no sabemos su origen ni sabemos su destino. Entonces, ¿por qué el poder nos obliga a todo con tanta seguridad y bajo amenaza de castigo?
La venda ha caído de nuestros ojos, cuando se nos ha pasado el pánico y cuando hemos caído en la cuenta de que nuestros “expertos” y nuestros “científicos" no tiene ni pastelera idea sobre este virus
¿Dónde se deja ver todo este desatino covid? Pues en las incongruencias que se nos presentan como “evidencias científicas”. Una muy simple la tienen ustedes en esa meme que circula por Internet sobre "el querido plexiglás”. Además, ¿seguro que los virus, que se mueven en el cuerpo humano y por el ambiente que nos rodea, no pueden darle la vuelta al plástico de la cajera? ¿Dónde están los compartimentos del aire? ¿Dónde los límites de los aerosoles? Todos esos razonamientos pregonados por el poder como avances científicos no son sino incongruencias más o menos disparatadas. Como mucho son premisas, no conclusiones, planteamientos, no soluciones, preguntas, no respuestas. Entonces, ¿a qué viene tanta jactancia? Hasta la endiosada ciencia empírica debe responder ante la lógica.
Y todo esto planteado sin sospechar, en ningún momento, de una hipotética mala intención. Porque si entramos por esa senda, y razones hay para plantear la entrada...
Primero, reconocer nuestra ignorancia; luego, actuar en lo posible, incluso en lo probable, pero que conste que no estamos ni ante un “éxito de país” ni ante un “paso adelante de la humanidad”. Ante el virus, sólo estamos dando palos de ciego. A partir de ahí, podemos entendernos. Negacionismo no, porque el virus existe. Tragacionismo tampoco, porque comulgar con piedras de molino ni es eficiente ni es agradable: es de tontos.
Y no es por fastidiar pero lo malo de no saber nada sobre el origen de algo es que tampoco sabemos si puede volver a ocurrir. Por el momento, lo lógico es concluir que nuestro precitado sistema inmunológico, creado por Dios, no por el hombre, ha empezado a vencer al virus, pues ya no se muestra tan virulento como en 2020, pero no podemos decir que le hayamos vencido porque ni tan siquiera sabemos a qué nos enfrentamos.
Un poquito de humildad, por favor, que implica tener más confianza en Dios que en la ciencia, que no deja de ser una actividad humana. Por tanto, falible. Hagamos caso de quien nos habla con autoridad, y no como los escribas.