Rubén Pulido, experto en inmigración, publica en La Gaceta que desde 2014 hasta 2024 ha aumentado notablemente la cifra de agresiones a mujeres por parte de extranjeros. Así, el porcentaje de agresores extranjeros pasó del 32,7% en 2017 al 44,8% en 2023. Para analizar estas cifras hay que considerar que los extranjeros representan aproximadamente el 13% de la población total de España. Un detalle que, ya en su día, le recordó el entonces diputado de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, a la progre, Susann Griso.
Volviendo a las agresiones a mujeres por parte de extranjeros, en el periodo de 10 años hubo un total de 178 agresores extranjeros (con resultado de asesinato). La población total de España es de aproximadamente 47 millones, con unos 6.345.000 extranjeros. Esto nos lleva a una tasa de 2,81 agresores por cada 100.000 extranjeros, en comparación con 0,91 por cada 100.000 españoles. Este cálculo, señala Pulido, revela que un inmigrante es 3,09 veces más propenso a ser identificado como agresor en casos de violencia contra las mujeres que un español.
Y, otro factor que destaca Pulido es el papel de los medios de comunicación cuando se trata de informar sobre la nacionalidad de los agresores, algo que silencian muchos de dichos medios.
Al final, la opinión pública siempre se impone. Y la opinión púbica sabe que el origen y la religión del agresor, sobre todo del agresor sexual, no es baladí. Y esa misma opinión pública que está obligando a virar a la prensa, hará virar también a la actual idiocia progresista presente en el Congreso, donde identificar el origen islámico o magrebí de violentos y violadores resulta políticamente incorrecto. Por tanto, inadmisible. Seguramente islamófobo.