La lucha entre The Walt Disney Company y el gobernador del estado de Florida, el republicano Ron DeSantis, que arrancó hace más de un año se recrudece ahora con un cruce de demandas. El primero quiere mantener sus privilegios, mientras el segundo lucha contra el adoctrinamiento de los niños y contra dichos privilegios para que todas empresas “vivan bajo las mismas leyes”… mientras recibe críticas de los demócratas y hasta de Donald Trump (quien seguramente será su gran rival en las primarias del Partido Republicano por ser el candidato a la presidencia de EEUU en 2024; y en el lado demócrata ya se ha anunciado que Joe Biden -también conocido como ‘Yayoyou’- optará a la reelección, aunque no despega en los sondeos).
El gigante de ocio y entretenimiento, como saben, es un fiel discípulo del Nuevo Orden Mundial (NOM) y de sus postulados, que se resumen principalmente en ideología de género (feminismo y homosexualismo) y ateísmo (mucho panteísmo, nada de Dios e incluso se da protagonismo al demonio), y a los que ahora se suma el impulso de su último meneo ideológico (movimiento woke). Todo esto se puede ver muy bien en sus contenidos que hace tiempo que no son nada inocentes, sino que se han convertido en un medio de adoctrinamiento de los niños (es decir, perversión de la infancia o “corrupción de menores”, como la denomina Santiago Abascal, líder de Vox), y en los que también se puede ver su incoherencia: debuta su primer actor con Síndrome de Down... al tiempo que sigue financiando abortos.
El republicano Kevin McCarthy ha señalado que Disney “es un gran empleador dentro de Florida” y DeSantis “debería sentarse con ellos. No creo que la idea de construir una prisión al lado de un lugar donde traes a tu familia sea la mejor idea
La factoría de Mickey Mouse celebra este año su centenario, pero en números no anda bien, sobre todo por las pérdidas del negocio de ‘streaming’, y está inmersa en ejecutar los 7.000 despidos. anunciados. A esto se suman los cambios a nivel corporativo: tras el cese fulminante de Bob Chapek, recuperó a Bob Iger de forma interina (durante dos años), también ha cambiado quién ocupa la presidencia (Mark Parker relevó a Susan E. Arnold) y tiene que hacer frente al inversor crítico Nelson Peltz (incluso se ha despedido a uno de sus aliados, Isaac Perlmutter). Un escenario que debería concentrar todos los esfuerzos, pero en lugar de eso, prosigue la lucha con DeSantis.
Recuerden que este enfrentamiento empezó con las críticas de Disney a la ley estatal que prohíbe adoctrinar en ideología de género en las escuelas, y siguió con la suspensión de sus donaciones al estado de Florida. DeSantis no se achantó y no sólo sacó adelante dicha ley, sino que para responder a la suspensión de donaciones, se propuso acabar con sus privilegios en el estado de Florida. Esto último no lo ha logrado del todo, porque la factoría de Mickey Mouse cambió a la junta del distrito especial de Reedy Creek, pero antes aprobó unos acuerdos de última hora que dejaban con las manos atadas a la nueva directiva formada por miembros nombrados por DeSantis: así, con la nueva legislación se creó el Distrito de Supervisión de Turismo de Florida Central, algo que no anuló el distrito especial, sino que sólo sustituyó su directiva. La respuesta del gobernador republicano no se hizo esperar, anunciando nuevas medidas legislativas que podrían incluir decisiones de desarrollo de terrenos para “tal vez crear un parque estatal. Tal vez trate de hacer más parques de diversiones. Alguien incluso dijo, tal vez necesites otra prisión estatal”, supervisiones de las atracciones e incluso aumento de impuestos.
El expresidente Donald Trump ha escrito en su red social (Truth Social): “El próximo movimiento de Disney será el anuncio de que no se invertirá más dinero en Florida debido al gobernador”
Desde el gigante de ocio y entretenimiento, tras la anulación de dos contratos que habrían ampliado su autonomía, el pasado 26 de abril se presentó una demanda contra DeSantis y la junta que supervisa el distrito donde está Disney World ante el tribunal federal de Tallahasse, alegando que se habían violado sus derechos. Un día después, DeSantis refirió que la demanda carece de fundamento y desde Israel declaró ante los periodistas: “¿Quieres que una compañía tenga su propio feudo o quieres que todos vivan bajo las mismas leyes” y “los días de poner a una empresa en un pedestal sin responsabilidad han terminado en el estado de Florida”. Unos días después, los cinco miembros de la junta del Distrito de Supervisión Turística del Centro de Florida ha votado por unanimidad demandar a Disney ante el tribunal estatal de la zona de Orlando y defenderse de la demanda de la multinacional.
Este enfrentamiento entre la factoría de Mickey Mouse y el político republicano no sólo tiene ecos económicos, sino también políticos, incluso dentro del Partido Republicano, algo que no es baladdí porque todo parece indicar que DeSantis comunicará su decisión de optar a la carrera por la Casa Blanca a mediados de mes. El presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, ha señalado que Disney “es un gran empleador dentro de Florida” y DeSantis “debería sentarse con ellos. No creo que la idea de construir una prisión al lado de un lugar donde traes a tu familia sea la mejor idea”. Por su parte, el expresidente Donald Trump ha escrito en su red social (Truth Social): “El próximo movimiento de Disney será el anuncio de que no se invertirá más dinero en Florida debido al gobernador”.