Si en otras ocasiones he justificado determinados títulos porque la actualidad mandaba, en esta ocasión el tiempo indica con claridad qué toca, porque -creyente o no- es un tiempo de obligada reflexión y los libros en esto tienen mucho que decirnos. La sección El libro de la semana se tiñe de morado (morado litúrgico, morado del bueno). El misterio de la Cruz (Edit. Buena Nueva, 2011) es un libro explícito que trae hasta el papel la sabiduría del teólogo Odo Casel: la liturgia, que coincide en tiempo y forma con el sentido de la Cruz. Un libro que acerca al misterio de la Muerte y la Resurrección de forma sacramental, pues Jesucristo ya murió y resucitó, y eso no se volverá a repetir de manera formal, o mejor dicho material. Casel mantiene la idea -y la justifica acertadamente- que la relación con Jesucristo para nosotros debe ser una forma cultural, pues a través del culto es donde podemos encontrarnos con Él una y otra vez. Es por eso por lo que este teólogo y liturgista hacía hincapié en la importancia de la liturgia, la que debe ser y la que debe hacerse siempre bien. Un aspecto este, el de la liturgia, que muchos laicos y algunos del clero piensan que no es más que una mera escenificación relativamente colorista, según la prisa que tengamos o el estado de ánimo que nos empuje a ella. No en vano, Odo Casel, un auténtico impulsor del Vaticano II, es el inspirador de los liturgistas actuales, conscientes de que la doctrina de los misterios tiene que clarificar con precisión la verdadera esencia del sacramento. En definitiva: no es un libro para todos los públicos pero si usted es de los que les gusta saber por qué se hace y cómo se hace, le recomiendo este interesante libro que le ayudará a ver la Semana Santa y Pascua más allá de lo que los ojos pobremente pueden ofrecerle. La exigencia de la santidad (Edit. Sekotia 2016). Última publicación de Roberto Esteban Duque, sacerdote diocesano, teólogo y de pensamiento tan práctico como profundo. En este nuevo acercamiento a la vida personal de santidad, hace un recorrido bien segmentado en partes y de la que cualquier cristiano "bien parecido" hallará acomodo y un reflejo de cómo vive su propia santidad. La santidad es un hecho personal y diferencial. Personal, porque la salvación del hombre no es en tropel, ni por clubes, ni parroquias... La salvación es de uno en uno y por los méritos de Cristo, y nuestro empeño a pesar de nuestras limitaciones. Y diferencial porque cada uno de nosotros somos lo que somos, un hijo del Padre exclusivo e irrepetible. Pues si bien todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, la infinitud del original, es decir, Dios mismo, hace imposible la repetición e incluso la similitud de uno con otro. Esas realidades diferenciales son las que nos colocan a cada uno en lugar de la vida donde debemos ser santos y con ello santificar por irradiación a los que nos acompañan y a nuestra vida cotidiana familiar, social y profesional. Esteban Duque presenta su ensayo, primero desde la historia de la santidad y nos lleva al final hasta las herramientas esenciales que nos hacen alcanzarla -nunca fácilmente, que nadie ha dicho jamás que ser santo sea tarea cómoda-: los sacramentos. Al final de la obra el autor incluye unos cuantos ejemplos de luchadores por la santidad que sin duda nos darán el aliento necesario para seguir en la brecha hasta el final. El propio Esteban Duque dice de su libro que "Esta experiencia -la de la santidad- nos llevará a vivir y manifestar el amor de Dios al prójimo, sin el cual no sólo traicionaríamos nuestra más profunda naturaleza sino que incluso sería imposible cualquier ulterior santidad". Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013