El caso de Gisele Pelicot es tremendo. Esta pobre mujer era aletargada por el miserable de su esposo para que otros hombres la violaran. Y así durante años.
Lo que me preocupa es la reacción del poder en España ante este hecho repugnante. Empezando por el feministo Pedro Sánchez para quien ahora la vergüenza ha cambiado de bando y a Gisele no le da vergüenza aparecer en público. Una tontería, claro, porque tan respetable es la mujer que prefiere mantener su desgracia en el anonimato como aquella otra que decide que el escarmiento sea público aunque ella pase vergüenza.
Pero me parece más peligrosa la reacción de la ministra de Igualdad que pertenece a ese grupo que hace una carrera diaria para demostrar que son más feministas que nadie y para las que cualquier disparate se queda corto si con ello no muestran y demuestran su malquerencia contra el varón.
Las llamadas agresiones sexuales, al igual que la violencia machista, al menos en España y Francia, son perpetradas por personas de otros credos o de ningún credo, no por cristianos. Sin embargo, las feministas españolas utilizan el caso Pelicot para atacar al varón español... de cultura cristiana
Así, la ministra de Igualdad habla de la "cultura de la violación"... ¿pero usted sabe lo que está diciendo, ministra Ana Redondo? ¿Qué pasa, todos los varones somos violadores? Eso no me lo dice usted a mí en la calle, señora.
Y es que el caso Dominique-Gisele Pelicot es gravísimo pero me temo que está siendo utilizado por el feminismo más centrífugo, con motivaciones ligeramente innobles.
Es más, las llamadas agresiones sexuales, al igual que la violencia machista, al menos en España y Francia, son mayoritariamente perpetradas por personas de otros credos o de ningún credo, no por cristianos. Sin embargo, las feministas españolas utilizan el caso Pelicot para atacar al varón español... de cultura cristiana.
Ana Redondo no lucha por la dignidad de la mujer y contra el machismo de algunos hombres: lucha contra la sociedad cristiana en que se ha criado. Coincide con la verdulera de Irene Monero o Ione Belarra. Para ellas, el culpable del aumento de violaciones es el hombre blanco, de cultura cristiana y, naturalmente, heterosexual
Concluyamos: Ana Redondo no lucha por la dignidad de la mujer y contra el machismo de algunos hombres: lucha contra la sociedad cristiana en que se ha criado. En esto coincide con las verduleras de Irene Montero o Ione Belarra. Para ellas, el culpable del aumento de violaciones es el hombre blanco, de cultura cristiana y, naturalmente, heterosexual.
Y luego están los feministos del tipo Sánchez, que se aprovechan de la mujer como jamás lo hizo ningún machista. El 'feministo' se cachondea de la mujer idiota, que también las hay, y de la mujer cobarde, que no se atreve a nadar contra corriente.