Decíamos en Hispanidad: ¿Dónde está Dios? Cuando menos te lo esperas, cuando más lo necesitas.
Y cuando más lo necesitas, capillas, parroquias, iglesias y basílicas se convierten en centro de acopio, almacenes y puntos de entrega de ayuda humanitaria o de atención sanitaria y psicológica para las víctimas. Los párrocos han guiado al equipo de psicólogos, sanitarios y voluntarios hasta los puntos con mayor necesidad de asistencia.
Madrina reconoce que la proactividad de la Iglesia católica para paliar la catástrofe ha perfilado esta institución como un punto de referencia para la entrega, acopio y reparto de la ayuda humanitaria que se ha volcado con Valencia. Hasta algunas parroquias de la zona cero como la de Paiporta o Algemesí han entrado las furgonetas de la Fundación con enseres, alimentos y un ejército de voluntarios para limpiar las casas abnegadas, entregar la ayuda y escuchar a las víctimas.
Los testimonios de los religiosos que ha recopilado la Fundación son un reflejo del sentir popular y un retrato de la magnitud de la dana. El padre Salvador Romero, de la parroquia San Ramón Nonato en Paiporta, ha narrado que la riada los tomó por sorpresa durante la celebración de la liturgia. El nivel agua subió de la altura de las rodillas a los dos metros “en cuestión de segundos”.
Cuando el padre se puso a salvo junto a su madre en la primera planta de la parroquia, le llamaron desde Valencia para informarle de que seis ciudadanas que habían quedado atrapadas en la cornisa de la iglesia, una de ella era una feligresa que había asistido a la misa y no alcanzó a cruzar antes de que subiera la riada. “El agua estaba ya en los dos metros. No sé como pude abrir la puerta, pero al final se logró, hicimos una cadena y, al final, esas seis mujeres pudieron salvar la vida”.
“Al segundo día, cuando conseguimos retirar los 40 centímetros de barro que quedó, empezamos a habilitar el templo para toda la asistencia primaria”, detalla el padre Salvador a la Fundación Madrina desde el altar de su templo, atestado de canastas de enlatados, cajas de leche y botellas de agua que mueven y reparten decenas de voluntarios en la entrada principal de la parroquia.
A su vez, el padre Salvador ha resaltado la labor de entidades como Madrina, que incluso han llegado al epicentro de la DANA antes que algunos cuerpos de seguridad del Estado. “Desde el martes al domingo, que es cuando llegan el presidente y el Rey, aquí el Ejército no está. Esos cinco, días aquí no había nada, era todo entre las personas”, manifiesta el párroco antes de advertir que la reconstrucción de Valencia, ahora pasa por una nueva fase: “Se ha habilitado la Iglesia de la Inmaculada con un grupo de voluntarias para asistir a los niños y adolescentes con TDH y TEA. Las personas están todavía en shock, porque evidentemente la necesidad más básica no ha permitido que se empiece a hacer el duelo, que va a venir después”.
Así pues, la Fundación Madrina, que desde el momento posterior a la riada ha asistido permanentemente a los valencianos, reconoce la organización y celeridad de la Iglesia en los puntos más devastados por la catástrofe.