De los acontecimientos de la actualidad hay que sacar conclusiones y adelantarse a las consecuencias. La crisis del Partido Popular es un ejemplo perfecto para saber que cuando se utiliza la política para saciar el hambre de poder, se vuelve contra uno tarde o temprano.
Un ejemplo claro que ha visto la luz es el actual de Pablo Casado y Teodoro García Egea, tan buenos amigos en el bar como en el parlamento, que se vinieron arriba en la escalada por el poder, medrando en la política y que como casi todos los que lo hacen, medrar digo, terminan corrompidos y corrompiendo, porque cuando el poder se pone al servicio personal se acaba así, corrompido y corrompiendo. Con esto quiero decir, que otros muchos les han precedido, como Pablo Iglesias y otros muchos más que aparecerán, mientras pueda alcanzar ese poder cualquiera con un master falseado, no importe su indigencia moral e intelectual y puedan acceder a la política solo con ocurrencias.
La corrupción de las ideas precede a la corrupción de lo material y la política práctica. Desgraciadamente no son un caso aislado. Ni que solo se da en las filas populares, porque no podemos olvidar que el ranquin de actos de corrupción en términos económicos lo sigue manteniendo el PSOE, por ejemplo, con los fondos de los ERE de Andalucía, dilapidados en prostitutas, cocaína y comilonas.
Me ha llamado mucho la atención las diferentes formas con que la opinión pública y política ha visto la fractura institucional del principal partido de la oposición. Los medios en general veían que la situación era mala para el partido y que las responsabilidades deberían depurarse cuanto antes. También muchos vimos que una jugada oscura propiciaba la metedura de pata de Casado y Egea, prestándose a un juego de cloacas del Estado, que dirían los de Podemos, de un vulgar cambio de cromos propuesto por el Gobierno, pasando información para laminar a la díscola Isabel Díaz Ayuso, a cambio de que renovaran sin condiciones el Consejo General del Poder Judicial, porque, ¿quién si no, tiene acceso a la información privada de los contribuyentes y por lo tanto a la del hermano de la presidenta madrileña? Justo, los mismos de los que depende la Fiscalía General del Estado.
Lógicamente, la izquierda social disfruta como lo hizo la derecha cuando Pedro Sánchez fue defenestrado por su propio Partido Socialista, hasta que George Soros lo apadrinó como su mejor candidato como inductor de sus inversiones neoliberales y sociológicas en España
La opinión de la calle, que son los mismos que votan,también se vio: el domingo 20 de febrero se concentraron frente a Génova para exigir la dimisión del presidente yla del secretario del Partido Popular. Pero Àngels Barceló, el azote progre de la Cadena Ser, dijo sin ruborizarse en su editorial del lunes 21 de febrero, que: «Los que se manifestaron ayer, pidiendo la dimisión de Casado y apoyando a Díaz Ayuso, son la muestra de ese electorado del Partido Popular que metaboliza sin problemas la corrupción, porque recordemos que el origen de todo sigue siendo el dinero que se embolsó el hermano de la presidenta madrileña por la compra de mascarillas en lo peor de la pandemia». Increíble, pero cierto, siguen mintiendo los mismos, como lo hicieran en el 11-M madrileño su predecesor Iñaki Gabilondo. Entonces y ahora lo que importa es el objetivo, no la verdad. En ese mismo editorial, señaló que la manifestación de Génova era «puro trumpismo» y que el Partido Popular tiene sus propios mecanismos internos para poner y quitar a su presidente. Siguen con la doble vara de medir y la superioridad moral de la izquierda, que dicta quién lo hace bien o mal según se manifiesten y quién sea el sujeto.
En el ámbito político tenemos dos consecuencias abrumadoras: el hundimiento del Partido Popular produciéndose el sorpasso de Vox y cómo la izquierda disfruta de todo esto. El 23 de febrero, en la sesión de control al Gobierno, dedicada de manera especial a la despedida de Pablo Casado, el presidente Sánchez comenzó su intervención deseándole «lo mejor en lo personal». Y luego, desmarcándose de la empatía que quizá requería ese momento, remató con «la oposición se ha instalado en la descalificación constante, negando la legitimidad y existencia de este Gobierno». Volvió a ser otra vez el Pedro ególatra y falto de humanidad que sigue todavía siendo incapaz de mostrar desde su llegada a La Moncloa.
El presidente Sánchez comenzó su intervención deseándole «lo mejor en lo personal». Y luego, desmarcándose de la empatía que quizá requería ese momento, remató con «la oposición se ha instalado en la descalificación constante, negando la legitimidad y existencia de este Gobierno»
Lógicamente, la izquierda social disfruta como lo hizo la derecha cuando Pedro Sánchez fue defenestrado por su propio Partido Socialista, hasta que George Soros lo apadrinó como su mejor candidato como inductor de sus inversiones neoliberales y sociológicas en España. Pero en cualquier caso, ni populares ni socialistas deberían estar tranquilos -que seguro que no lo están y por lo que, entre otras razones, Pedro Sánchez no adelanta las elecciones-, porque en medio ha quedado Vox, sin techo electoral y una apuesta social importante que solo pueden tachar de ultra y populista, pero no ilegal, porque si no ya habrían sido denunciados en los respectivos tribunales. Así que, de momento, han vaciado las alforjas de votantes que, ante tal fracaso de la dirección nacional del PP, han preferido refugiarse en un partido que cumple con su palabra, que tiene el mismo discurso en todas las autonomías y que defiende lo que la base de los españoles pide: fronteras seguras, economía sostenida, cierre de chiringuitos adoctrinantes, esfuerzo por la excelencia en el trabajo y ser exigentes con Europa, no aborregarse ante sus imposiciones ideológicas.
El conocimiento moral (Rialp) de Margarita Mauri Álvarez. Creo que el escenario político deja mucho que desear en la responsabilidad moral del país que pretende dirigir y la que deben a los españoles. ¿Podemos apoyar nuestras valoraciones morales en algo más que en la pura subjetividad? Este libro plantea un interesante recorrido por diversas formas de explicar el origen del conocimiento moral, conocimiento que nos permite valorar actos y formas de ser.
El Rey Balduino (Libros Libres) del Cardenal Suenens. Sí, vidas de dirigentes con responsabilidad moral de sus decisiones, existen, y el rey Balduino lo fue. No hace falta irse siglos atrás para encontrar personajes con decisión política o de gobierno que lo hicieran pensando en su pueblo, en aquellos que dependían de él en la justicia del bien común. Este libro cuenta una vida más que recomendable.
Los años de Aznar (Almuzara) de Sergio Gómez-Alba. ¿El Partido Popular no ha aprendido nada de gobernar en estos últimos casi 20 años? Parece que no, porque desde la era Aznar hasta hoy su deconstrucción ha sido imparable. De un partido que le aupó gracias a sus orígenes de la democracia cristiana a su decadencia moral en institucional de hoy. Convendría darle un repasito a este libro que nos muestra las luces y las sombras de los ocho mejores años de bonanza y conocer qué se ha quedado por el camino.