Me parece muy a propósito este paréntesis de fechas, entre el día de los Santos Inocentes y la celebración de los Reyes Magos, para hablar de un asunto que a todos afecta en nuestro interior, como es el aborto inducido o provocado. Sí, este tema genera incomodidad a cualquiera que lo trate, ya sea estando a favor o en contra, porque es un problema de conciencia. Destruye la vida y nos conduce a cosificar al ser humano como un mero producto de consumo.
Por lo visto en Moncloa están preparando una vuelta de tuerca a la maliciosa ley del aborto de Irene Montero. En el ministerio de Igualdad, el ministerio más prescindible para la sociedad, no así para los gobiernos ya trabajan en ello. Este cajón desastre es la caja de cambio para ideologizar salvajemente a través de la mujer, con una dotación económica perversa y desmedida, que admite y da carta blanca incluso para hacer hasta malas leyes como la del Sí es Sí, de la que nadie se responsabiliza. Al dictado del “no médico” pero sí comunista, globalista, y progresista con tintes de dictador, el señor Tedros Adhanom, a la sazón director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha decretado el aborto libre hasta el mismo momento del parto, porque según su ideario, se trata de «una medida muy necesaria para mejorar la salud de la población…». Cclaro, el gobierno de Pedro Sánchez también habla de un derecho inalienable del aborto hasta el día del parto. Sánchez, el más agendista 2030 -aunque no es el único, también lo son Alberto Núñez Feijoó y Felipe VI-, ya se ha puesto las pilas antes de que llegue otro y le robe el desgraciado título de ser el primer abortero de Occidente que legisla sobre esta aberración. ¡A ver cómo lo venden los medios concertados!, será curioso ver cómo retuercen la ya retorcida justificación de abortar por derecho.
Profundicemos un poco en las razones a pesar del empeño político de convertir un acto eugenésico en un derecho. Tratan de convertir al aborto en un derecho fundamental de la mujer. Sí, de la mujer, porque el hombre, según los ideologizantes directores de las instituciones que lo promueven, insisten en que los varones no pintan nada en esta decisión, aunque sin ninguno de ellos, de los hombres -se haga de facto o por métodos extrauterinos-, la vida que se lleva al matadero no existiría. No sé si con un calzador, o a martillazos, conseguirán este derecho fundamental, pero todos sabemos que no puede existir un derecho que anule los derechos de un tercero, y si hay algo que lo muestra de forma brutal es precisamente el aborto.
La ciencia ha ganado con creces la partida que se jugaba en los años setenta, aquello de si el aborto solo actuaba sobre un grupo de células y que no se podía considerar “humano”. Fue la primera falacia por donde se introdujo la ley de plazos. Entonces les parecía suficientemente razonable para feministas y políticos interesados en promover la eugenesia humana a través de un ser que no podía defenderse. No se veía su muerte por desmembramiento, solución salina o succión, tampoco se escuchaban los gemidos de dolor. Un holocausto humano como lo fue con los judíos en los años cuarenta. Entonces se comprendía todo aquello, porque la propaganda nazi argumentaba razones razonables para sembrar en los corazones, lo que dio pie al desarrollo de una ley adecuada que amparaba el crimen para dar carta de naturaleza al horror. Como con el aborto, los crímenes no se realizaban en las calles de Berlín, sino en lugares apartados del mundanal ruido urbano, lejos, donde ni se olían las chimeneas impregnadas de la carne quemada de niños, ancianos, mujeres, enfermos o inútiles para el trabajo esclavo; tampoco podían oírse los gritos de espanto ante la muerte segura por inanición o un tiro en la sien.
Una vez que la ciencia y la razón han demostrado la brutalidad salvaje del aborto, y no quedan argumentos que engañen a los ciudadanos incautos o cerrar la boca a los cobardes, solo queda tirar por la calle del medio y promulgar leyes cuya carne de cañón es la mujer y cuyo percutor para ejecutarla también es la propia mujer. ¿Qué puede salir mal? El hombre anulado, la mujer decide en solitario y aborta sobre una camilla fría en la compañía de un carnicero con su equipo que se lleva al coleto la pingüe cantidad de no menos de 350 euros por ejecución, subvencionada con nuestros impuestos o no. A partir de aquí, la mujer sigue enmudecida y vacía, nunca mejor dicho, porque nadie atenderá sus súplicas, sus dolores morales, las ausencias… Porque decidió en libertad… “¡Ahora no te quejes!”, le dice la sociedad.
El feminismo radical, que no atiende a la intelectualidad, solo a la lucha por los derechos que no son derechos, pero que a tantas mujeres les llenan de falsa esperanza, no le importa la ciencia. Solo un interés egoísta. Leyes sobre el aborto que dirigen a la mujer a deshacerse del hijo de sus entrañas y ninguna ley que le ayude atenerlo si quiere ser madre. Una sociedad pragmática que rechaza la maternidad; una sociedad que ridiculiza a las mujeres que optan libremente por ser madres, esposas y administradoras del hogar; una sociedad que se escandaliza de las familias numerosas, que las penalizan en el fisco y que la ley no las ampara como sí hace con las leyes que fomentan el homosexualismo, las decisiones monoparentales o con ayudas para casas dignas donde no vivir hacinados; una sociedad que premia económicamente a mujeres inmigrantes, sólo por el hecho de serlo, con subvenciones por hijo que ningún español, por el simple hecho de serlo, no tendrá jamás. Una sociedad alienada a la cultura de la muerte, progresista y globalista, cuyos gobernantes en Occidente aplauden y fomentan.
Las sinrazones del aborto (Digital Reason) Alfonso López Quintás. Este libro tiene una función clarificadora. Delata los atropellos metodológicos que se cometen en la defensa de las prácticas abortistas, en las reclamaciones ambiguas de libertad y dignidad, en el uso táctico que se hace de los términos “talismán”, aptos para vencer sin convencer… (formato digital)
Sin planificar (Edit. Palabra) Abby Johnson y Cindy Lambert. El conmovedor testimonio de la ex directora de una clínica abortiva en su viaje hacia la vida, libro que ha supuesto una auténtica revelación en Estados Unidos. En un lanzamiento sin precedentes, tres de las más importantes editoriales norteamericanas publicaron a la vez la historia de Abby, para el público católico, evangélico y cristiano, convirtiéndose rápidamente en uno de los títulos más vendidos.
Bill Gates ¡Reset! (Libros Libres) Carlos Astiz. Muchos consideran que el capitalismo filantrópico, encarnado por Gates, es el nuevo imperialismo que domina naciones y recursos a través de la extensión de la beneficencia y las ayudas interesadas. Hay incluso quién lo califica de encarnación del mal, colocándole como protagonista de toda una serie de ofensivas contra los derechos humanos y la propia existencia de la población mundial.