Se presentó el libro que ya he recomendado en Hispanidad: Despierta, de ese gran periodista llamado Alejandro Rosal, el fundador de Religión en Libertad, además de editor cristiano... de los católicos de verdad, que ejerce a través del sello Libros libres.
El subtítulo de Despierta también resulta interesante: “Combate a los bárbaros que arruinan tu vida”. Que esta es una sociedad dormida o, por lo menos, amodorrada, es una de esas evidencias olvidadas, de las que más daño pueden hacer a una sociedad y que, sin prisa pero sin pausa, conviene recordar a menudo. Por ejemplo, todas las mañanas.
Alex Rosal presentó su obra días atrás, en un restaurante madrileño, lo que me sirvió para ratificar e insistir en que este es un libro tan imprescindible como divertido para entender lo que nos pasa. Sólo dos notas extra:
1. No aceptes nada por consenso. En 2024, la verdad está en la radicalidad. Siempre lo ha estado pero ahora, cuando a la radicalidad se la califica de ultra y de antidemocrática, ser radical se convierte en un deber, además de en el camino directo hacia la verdad. Por contra, el consenso se ha quedado en la gran mentira aceptada de lo políticamente correcto, Vamos, que te hagas un ultra, amigo lector, porque, de otra forma, me temo que andas lejos de la verdad.
2. La segunda lección de Despierta es la de que no debes temerle a nada salvo al aborregamiento. Es el memorial del “No tengáis miedo” de 1978 porque el ideado esteriliza y nubla el entendimiento.
La presentación de Despierta y el estupendo parlamento de Alejandro Rosal me recordó aquella frase del líder radical italiano, Marco Panella, quien defendía que la civilización empezó a decaer cuando dos viajeros se encontraron en el departamento de un tren. El uno empezó a proferir un montón de estupideces. Probablemente eran todas ellas verdades políticamente correctas, aplaudidas por la “mayoría social” que diría doña Pilar Alegría. El otro iba a responderle pero decidió permanecer en silencio porque se dijo a sí mismo: para qué darme un mal rato, dejemos a este pobre idiota en sus majaderías.
Estoy de acuerdo con el radical Panella y con el radical Álex Rosal: despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida: no calles ni debajo del agua.
Por ultimo, transcurría el tiempo de la presentación. Rosal había ensayado un espléndido análisis de la situación actual del mundo. Ahora bien, al plato le faltaba un hervor. Porque claro, lo de los bárbaros no deja de ser una metáfora. Brillante, pero metáfora. Y entonces fue cuando, al rebufo de la última pregunta, alguien sacó a escena, al protagonista real, hasta entonces latente pero no nombrado hasta ese momento: a Cristo,
Y entonces fue cuando Rosal recordó que aquí sólo hay una guerra de la que todas las demás son batallas subsiguientes: hablamos de la guerra que se libra entre el diablo y la Iglesia, entre el bien y el mal... ¡entre Cristo y el hombre! Sí, he dicho el hombre, porque Satán nada podría hacer en el mundo, por mucho que le llamemos príncipe del mundo, si el hombre, libre, se decide por Dios.
Ocurre que no siempre lo hace, porque, al final, por encima de las percepciones sensoriales inmediatas, del flujo de la cotidianeidad, está la batalla real de la que todo depende. Describirla es tarea demasiado elevada para mí así que echo mano de un tal don Pedro Calderón de la Barca:
Que si en todo es de sentir,
que nace para morir,
Él muere para nacer.
Veloz la vida se quita,
conque más gloria se adquiere
pues cuando en el agua muere,
en el fuego resucita.
Despierta, libro imprescindible, que todavía quedan libros que son eso: inaplazables... para saber lo que nos pasa. Hay que ganar la batalla final: entre otras cosas porque esto es el final y el principio.