Jesús tiene 48 años, es empleado del Metro de Madrid, tiene un piso, de dos habitaciones y 50 metros cuadrados, con su mujer Lydia, de 49 años. Ellos vivieron en esa casa durante trece años, hasta que heredaron una vivienda y se trasladaron a Numancia de la Sagra, cerca de Illescas, por lo que decidieron alquilar la vivienda. 

Encontraron a la que parecía la inquilina perfecta, Fumilayo Guadalupe J. S., de 35 años de edad y procedente de Gran Canaria y de origen guineano: "La inquilina anterior se marchó porque necesitaba algo más grande. Ella fue la mejor candidata, la más encantadora. Trabajaba como educadora social y, además, es escritora. Nos dijo que iba a vivir con su pareja y le pedimos las nóminas, pero como no le llegaban, pidió que en el contrato apareciera su tío, también escritor. La renta es de 550 euros y pagamos de hipoteca 607. A los pocos días, nos pide que el tío pasara a ser avalista, porque ella había solicitado una ayuda a la Comunidad de Madrid", confirman, mostrando el contrato original a ABC.

Al parecer los problemas empezaron desde el primer mes, al mes siguiente "pasó la primera quincena y no había depositado el alquiler", le explicaron que tenía que hacer es una transferencia, a lo que respondió que "no tengo tiempo para ir al banco para hacer estos ingresos". El matrimonio le explicó que necesitaban el dinero para pagar su hipoteca, a lo que la inquilina les dijo que: "Eso no es problema mío. Si tienes una hipoteca, no te voy a solucionar tu problema", por lo que pagó los primeros meses con retrasos y en octubre de 2021 dejó de ingresar el alquiler. 

"Fue cuando me dijo: yo no voy a pagar, soy una persona vulnerable, tengo a dos menores a mi cargo y voy a solicitar una vivienda social. Y me colgó", desde entonces, nunca les ha vuelto a contestar y sólo, "como estrategia, hace un solo ingreso al año".

Desde entonces les adeuda 16.550 euros, son tres años de impagos, y tres fallos judiciales a favor de los propietarios, pero que han sido postergados, porque la inquilina se ha declarado en "situación económica vulnerable", alegando un dictamen de los servicios sociales municipales, que está siendo revisado puesto que en su último recurso ante la Justicia confirmó una nómina de 2.600 euros.

Esta situación desesperada ha hecho que Jesús tome la decisión de comenzar una huelga de hambre en los próximos días, acampará frente al Ayuntamiento. La situación es límite, Lidya ha tenido que dejar de trabajar después de someterse a varias operaciones en la columna vertebral, llena de tornillos, ambos están en tratamiento psicofarmacológico, con depresión y ansiedad: "Me he pasado nueve meses de baja".

A los impagos se suman dos inundaciones a la vivienda de la vecina de abajo, según la inquilina era porque la bañera se atascaba, pero supieron que ambos incidentes fueron porque dejó los grifos abiertos: "Le destrozó la casa y Fumilayo dijo que se lo tenía que arreglar. Mi abogada me dijo que lo hiciera, no fuese que encima nos denunciara. A los tres meses, se rompió el termo y el agua caía como una cascada sobre la vecina, de madrugada. Para colmo, me llamó un familiar de la inquiokupa para que se lo arreglara, porque ella estaba en el extranjero".