Los profetas y místicos actuales no están hablando de la proximidad del fin del mundo -yo al menos, no conozco a ninguno- sino del próximo Juicio de las Naciones, que no es lo mismo. Por eso, el Papa Francisco, a quien casi nadie sitúa en este punto, tiene por libro favorito, el que más regala, Señor del Mundo, de Robert Benson, que en toda su trilogía no habla del fin del mundo pero sí de la Venida del Anticristo, o del Juicio de las Naciones o de la Gran Tribulación, como prefieran... y que no es lo mismo.
Lo de siempre: mejor no confundir el Día de la Ira con el fin del mundo. A lo mejor no tienen nada que ver
A lo que voy, cuando oigan hablar del 'Dies Irae', del Día de la Ira, no crean ustedes que oyen hablar de algo raro. Hablamos de una oración litúrgica (aquí la tienen) que se recitaba en Día de Difuntos y que ahora dejamos a un lado quizás porque nos hemos vuelto, cómo diría, un tanto blanditos y ya ni en la ceremonia de la Unción de Enfermos citamos la palabra muerte. Lo dicho: unos blanditos.
Sin embargo, del Día de la Ira es algo tan real y tan consustancial a la liturgia, que hizo exclamar a Santa Faustina Kowalska: los ángeles tiemblan ante ese día. Por tanto, no sé de qué nos asombramos tanto.
Y en seguimiento de estos místicos y de estos profetas de ahora mismo, yo diría que el actual 'estado de la cuestión' es que ya estamos en los tiempos del Anticristo y que el Día de la Ira no tiene por qué estar muy lejano. ¿Lo deseo? Naturalmente que no. No soy idiota y ojalá podamos evitarlo. Ahora bien, si la tónica general sigue respondiendo a aquella afirmación de Cristo: "Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿hallará fe sobre la tierra?", bueno, entonces me temo que no puedo ser muy optimista. Y creo que eso es a lo que, en efecto, responde.
En cualquier caso, la historia es la historia de la libertad (esta frase es genial, así que no es mía, pertenece al cátedro Javier Paredes) y en nombre de esa libertad, el hombre puede hacer que Dios 'cambie de opinión'. Ahora bien, que si ni nos planteamos la posibilidad de que estemos ya en los tiempos del Anticristo o de que andemos próximos al Día de la Ira, simplemente porque eso suena a apocalíptico y el Apocalipsis no va a ser mañana, me parece que es como negar que no puedo sufrir un accidente de aviación sólo porque hasta ahora no he sufrido ninguno. Las cosas no sólo tienen una fecha, también tienen un porqué. Hasta lo que parece mero azar puede tener una causa.
La historia es la historia de la libertad y, en nombre de esa libertad, el hombre puede hacer que Dios 'cambie de opinión'
Y ahora la pregunta del millón: ¿deseo que llegue el Día de la Ira, ante el cual tiemblan hasta las potestades angélicas? Por supuesto que no, evitémoslo a toda costa. ¿Acaso creen que soy idiota? ¿Católico masoquista? Raro católico es ese. Los cristianos tendemos hacia el hedonismo puro y duro. O deberíamos tender.
De cualquier forma, en el siglo XXI no creo que estemos como para perder el tiempo.