Lunes 25 de marzo, Día del Niño por Nacer, festividad litúrgica católica de la Anunciación de Nuestra Señora, así decretada porque se celebra nueve meses antes de la Navidad. Una jornada para recordar que mientras exista alguien que defienda al más incoherente y más indefenso de todos los seres humanos, el concebido y no nacido, existen motivos para albergar esperanzas para el futuro del mundo.
No es broma: la visión mundial del estado de la cuestión del aborto viene marcada por la censura global al que se somete al movimiento provida y podríamos resumir afirmando que se trata de algo imparable, ya convertido en derecho de la persona, es decir, en el derecho de una madre de matar a su propio hijo en su propio seno. El mundo -ya saben, el compañero del demonio y la carne- siempre se impone de esa misma forma: con apariencia, boato, dominio... y escasa sustancia. Pues bien, a pesar de la omnipresencia y omnipotencia del derecho al aborto en todo el planeta, lo cierto es que mucha gente no traga y el aborto le sigue pareciendo lo que es: la salvajada más cobarde.
Papa Francisco: "La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana
Ahora bien, este 25 de marzo de 2024 ha presentado realidades formidables en defensa de la vida del más inocente y más indefenso de todos los seres humanos: el concebido y no nacido. La manifestación anticipada, celebrada en Madrid el pasado domingo 19 de marzo, vino marcada por un hecho acaecido días antes en Estados Unidos.
Me refiero a que el Estado de Alabama decretó, creo que por primera vez en el mundo, que los embriones humanos congelados, procedentes de la fecundación en cristal, fecundación in vitro (FIV), son seres humanos, personitas, no cosas. Donde mejor he visto resumido el impacto de la decisión de Alabama es en el genial y muy científico Observatorio de Bioética, una entidad valenciana integrada en la Universidad Católica de Valencia (UCV), a la que procede seguir de cerca.
La cuestión no es baladí, porque, tras el aborto, lo peor que hemos heredado del criminal siglo XX ha sido la fecundación in vitro (FIV), método disfrazado de vida cuando no es más que un matadero de embriones, humanos, además de un gran negocio. Y recordemos lo de Benedicto XVI: "Dios ama al embrión", cuatro palabras que finiquitan cualquier barbaridad al respecto y que nos llevan a una conclusión lógica, que bien debería convertirse en lema del Día del Niño por Nacer o Fiesta de la Anunciación a Nuestra Señora, de este año 2024: urge prohibir la fecundación in vitro (FIV), que no es vida sino máquina de abortos selectivos o bien, lo que no es igual de malo sino aún peor, de manipulación y aniquilación de embriones humanos con fines eugenésicos. O sea racistas. Nada peor que la alabada, y mercantileada, FIV.
En este 25 de marzo de 2024, conviene recordar, como ha hecho la Conferencia episcopal argentina, un texto del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica “Gaudete et Exsultate”: “La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo".
Mientras exista alguien que defienda al más incoherente y más indefenso de todos los seres humanos, el concebido y no nacido, albergo esperanzas para el mundo
Por cierto que la defensa de la vida del no nacido no es ajena, mucho menos contradictoria, sino complementaria, a la defensa del débil ya nacido, es más, es una misma cosa: "Igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte”.
Ergo, ¿defender la vida frente a toda forma de aborto, significa defender, tanto al inocente asesinado en el aborto como al nacido masacrado y marginado? Sí, es lo mismo.
Así que desconfíen de la izquierda, y ahora también de la derecha, europeas y de todo su progresismo, que dice defender a los vulnerables al tiempo que proclama el derecho al aborto. Eso sólo es cinismo.
La vida es un continuo, desde la concepción hasta la muerte... y muerte natural.
Con todo, mientras alguien defienda al más inocente y más indefenso de todos los seres humanos, el concebido y no nacido, albergo esperanza para el mundo.
Y cuidado: el aborto, a pesar de su normalización y blanqueamiento por parte del progresismo, continúa teniendo mala prensa. La FIV, por contra, ha nacido con una imagen maravillosa, como autora de vida, cuando no es otra cosa que autora de muerte. Si hablamos de imágenes, algo parecido sucede con el aborto quirúrgico, mala imagen, frente al aborto químico, buena imagen o ausencia total de imágenes. Pero esto debe quedar para otra ocasión.
En todo caso, ¡Viva Alabama! ¡Viva la Anunciación! ¡Viva el Día del Niño por nacer!