Cuando yo era pequeño pensaba que los neozelandeses, por aquello de vivir en las antípodas de España, andaban cabeza abajo. Hoy se ha confirmado que mis imaginaciones infantiles eran muy reales, científicas, a tenor del estudio de la Universidad de Otago, que publica 20 Minutos. Aquí va. En pocas palabras, que si te castran vivirás más años. Es decir, que los machorros son más longevos; los capones, cebados para la matanza, los que sobreviven, y los eunucos, los que más viven.
En todo eugenista anida un capitalista: no se trata de reducir los partos entre los ricos -ellos ya los reducen solitos- sino entre los pobres, que no hacen más que copular y parir
A tan impresionante conclusión se llega por la experimentación con animales pero su valor científico aumentará mucho cuando se experimente con seres humanos, aunque uno preferiría no formar parte de la muestra. Seguramente, le sobrarán voluntarios obsesionados con la vida permanente, que no eterna, esos que están encanados con que los médicos no nos han alargado la vida, solo la vejez.
Eso sí, la investigación sólo podrá publicarse en una revista científica -Lancet, mismamente- cuando se cape a muchos varones a lo largo de muchos años y se extraigan las conclusiones empíricas. Conmigo, insisto, que la ciencia no cuente. Los eunucos los dejo para la historia de las civilizaciones.
Más confianza en Cristo y menos en los científicos, que no hacen otra cosa que meter la pata
Y justamente las lecturas de la misa del lunes 12 nos hablan de aquel faraón egipcio que inventó la eugenesia: contempló el mandamás cómo los israelíes se habían vuelto prolíficos y lanzó la voz de alarma: si tienen más hijos que nosotros y se hacen un pueblo más numeroso, podrían vencernos. A partir de ahí, comenzó a fastidiarles con mucho trabajo y poco sueldo pero, al final, descubrió lo que todo canalla descubre antes o después: que los hijos son los que dan el poder y que una sociedad sin hijos es una sociedad, primero mortecina, luego muerta: prohibió tener hijos a los hebreos.
El domingo 11 celebramos el Día Internacional de la Población (o ‘contra’ la población, como el Fondo de Naciones Unidas ‘contra’ la Población, FNUP). Voy a ser tan original como los voceros de la sobrepoblación: somos muchos seres humanos contaminando el planeta, nos reproducimos a gran velocidad, hay que reducir la población como sea, porque encima (en todo eugenista anida un capitalista) resulta que el Occidente rico disminuye en población pero el Oriente pobre (o norte y sur, si lo prefieren) no hace más que parir. Ergo, hay que hacer que los pobres dejen de alumbrar, sea anulando su capacidad procreativa o sea eliminando a sus hijos antes de que nazcan.
La primera de las opciones se enriquece con una inclusión tácita: parir no es elegante ni feminista y encima, pérfido varón, lo de Nueva Zelanda: si te haces eunuco o capón vivirás peor… pero vivirás más. Como en el chiste del médico que prohíbe al paciente, fumar, beber, comer todo lo que le gusta y, por supuesto, el ‘ayuntamiento sexual’.
-¿Y así viviré más, doc?
-Si vivirá más no lo sé, pero se le va a hacer de un largo…
El problema real en Europa es el envejecimiento y la solución a ese problema real consiste en tener más hijos. Y si para ello hay que suprimir cualquier otra consideración -por ejemplo, el feminismo- debe hacerse
Y, por supuesto, también sacrificar, sobre todo entre los impecunes, el impulso natural de hombre y mujer a perpetuarse en sus hijos.
Como el otro chiste del tipo que llega al estanco y pide un paquete de Ducados en el que puede leerse: “Fumar produce impotencia”. Ni corto ni perezoso, le dice al estanquero:
-¿Podría cambiármelo por aquel otro que dice “fumar produce cáncer”?
Y ahora es el momento de concluir que 7.800 millones de seres humanos no son muchos. Es más, este planeta puede alimentar a decenas de humanidades como la actual. El planeta, creado por Dios, unido a la inteligencia humana, creada por Dios, puede satisfacer las necesidades de 100 veces la población actual de la humanidad. Y si llegara un momento en que esto no fuera posible no tenemos más que colonizar el universo. Más confianza en Cristo y menos en los científicos, que no hacen otra cosa que meter la pata.
Así que menos angustias, que resultan ridículas.
Si hay algo que resume a esa hidra de varias cabezas llamada Nuevo Orden Mundial (NOM), algo que nunca falla en sus recetas, el elemento permanente del magma NOM… es la eugenesia: pocos hijos, que complican mucho mi vida
Otrosí: la bomba demográfica no consiste en que exista mucha gente, sino en que existan pocos jóvenes. Eso sí es grave y es lo que está ocurriendo en la Europa del siglo XXI. Pero la solución a ese problema real consiste, precisamente, en tener más hijos. Y si para ello hay que suprimir cualquier otra consideración -por ejemplo, el feminismo- debe hacerse.
Tres: los hijos no empobrecen. Por el contrario, constituyen la esperanza de futuro. No porque haya que vivir de los padres hasta que se pueda vivir de los hijos, sino porque una sociedad sin jóvenes muere… pero tras una larga y dolorosa enfermedad.
Y lo más importante: si hay algo que resume a esa hidra de varias cabezas llamado Nuevo Orden Mundial (NOM), algo que nunca falla en sus recetas, el elemento permanente del magma NOM… es la eugenesia: pocos hijos, que complican mucho mi vida.