Si es pandemia global habrá que dar cifras globales. El mundo superará este martes, 3 de agosto de 2021, según los datos públicos que analiza Miguel Sebastián -y lo hace bien, oiga- los 200 millones de contagiados por Covid, esto es, el 2,56% de la población mundial. Pero esa no es la cifra importante porque todos estamos contagiados de algo y de algos. Más relevante es que los muertos superan los 4,2 millones en todo el planeta, lo que supone que, de cada 100 contagiados, mueren 2,1%. Y la cifra, el porcentaje más importante de todos: el Covid ha provocado, sobre la humanidad entera un mortalidad de 0,02%. O sea, que ha muerto por Coronavirus uno de cada 5.000 habitantes del planeta. Eso siempre que consideremos ciertas la cifras oficiales. Como no tenemos otras, va a haber que considerarlas ciertas.
¿Lo más sorprendente? Sí, que se trate de una enfermedad de humanos que apenas afecta a otras especies o lo hace de forma marginal. Pero, en cualquier caso, para tratarse de una infección global su grado de letalidad no es tan grande. Al menos, no tan amenazador como para generar chifladura colectiva y global… que es lo que ha generado.
Que se vacune el que quiera pero obligar a vacunarse revela, no que el virus no exista -pues existe- sino que el virus se está utilizando para destruir al hombre y su libertad
Más noticias Covid. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso abre la posibilidad de aprobar el certificado sanitario, del que tan devotos son sus colegas Núñez Feijóo y Moreno Bonilla, los dos peperos más cobardones del PP frente al virus.
Pues muy mal doña Isabel. Se va a cargar usted su leyenda de protección de las pymes y, sobre todo, de protección de la hostelería y, sobre todo, del sentido común frente al pánico.
Que se vacune el que quiera pero obligar a vacunarse o hacer la vida imposible al que se niega vacunarse, revela, no que el virus no exista -pues existe- sino que el virus se está utilizando para destruir al hombre y su libertad. No colabore en ello doña Isabel, o puede acabar como tantos otros peperos pusilánimes: en el ostracismo de la opinión publica.
Además, las vacunas, de obsolescencia programada, se están convirtiendo en un gran negocio, lo que les hace sospechosas: cada vez menos eficaces, cada vez más caras. Así, Pfizer y Moderna suben los precios… semanas después de imponerse a AstraZeneca en el mercado cautivo de los gobiernos. Hablo de precios medios que varían según el número de unidades solicitadas, pero Pfizer comenzó cobrando por su vacuna 15 euros y ahora, tras conseguir imponer su jarabe a la mayoría de países, ahora con tercera dosis incorporada, ha pasado a 20 euros por vacuna.
Las vacunas de obsolescencia programada, un gran negocio: cada vez menos eficaces, cada vez más caras. Pfizer y Moderna suben los precios… tras imponerse a AstraZeneca en el mercado cautivo de los gobiernos
Al mismo tiempo, Moderna, ese laboratorio que antes del Covid andaba en crisis terminal y se ha salvado gracias a la pandemia, ha pasado de 20 euros (aunque llegó a venderse a 30 en determinados envíos) a 26 euros por dosis.
Todo ello una vez que habían logrado el monopolio en Occidente (perdón, Duopolio, como el de la TV privada en España) y desbancar a AstraZeneca. Janssen tiene vida propia por aquello de la dosis única, que no por ninguna otra cosa.
Termino con una anécdota, también de Madrid. Jueves 22 de julio. Me hago una prueba PCR para un viaje, naturalmente pagando 70 euros -barato- en uno de los muchos centros que se están forrando con los test. Domingo 1 de agosto, 10 días después, me llaman de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid para preguntarme por el resultado. Pues hombre, el resultado me lo comunicaron del laboratorio en la noche del mismo día: negativo. Pero en esos días, si hubiera dado positivo, ya habría podido contagiar a medio Madrid, al menos según la literatura científica oficial (cada día más literatura, cada día menos científica, cada día más oficial).
En resumen, ¿qué hacer frente la virus?
Por de pronto, tomarse un Valium. Lo segundo, tarea muy intelectual, abandonar el esquema político británico, el famoso: Hay que hacer algo / Esto es algo / Pues hazlo.