Lo primero: los contagios han vuelto a crecer, por ejemplo en mi patria chica, en Asturias. Aumentan los ingresos y, aunque ya nadie se fía de las cifras oficiales sobre fallecidos -que debería ser la más importante- lo cierto es que, salvo la puñetera mascarilla, ningún gobierno se atreve con nuevas restricciones masivas. La gente sigue teniendo miedo pero no está dispuesta a que la arruinen y la encierren. Algo hemos ganado.
Primero porque esa restricciones han servido para poco y porque, encima, han provocado ruina económica.
Vamos que, dos años después, lentamente, con monótona languidez, se va imponiendo la sensatez: hay que combatir al virus, no las libertades individuales... y hay que combatir el virus porque, por hasta ahora, la ciencia ha fracasado.
La historia del coronavirus ha sido la de responder a los bombarderos encerrándonos en el sótano. Y resulta que, además de que hay gente que ha muerto en los sótanos; todavía no nos hemos dedicado a contraatacar nosotros.
Se impone la sensatez: hay que combatir al virus, no las libertades individuales... y hay que combatir el virus porque, por ahora, la ciencia ha fracasado
Se nos dice lo contrario pero lo cierto es que el fracaso de los científicos frente al Covid ha sido cuasi total, estentóreo.
La imagen que aportamos de Xi Jinping demuestra dos cosas:
1.Que, en efecto, la ciencia ha fracasado frente al Covid
2.Y que ahora, dos años después, ya nos atrevemos a hablar de que las restricciones anti-covid se han demostrado un fracaso. Y esperemos que no hayan resultado, encima, perjudiciales para la salud.