Decía ayer, que, desde el Covid, España funciona a ritmo bajo. Añado algo más: parecemos leprosos. Tenemos tanto miedo a acercarnos al otro, a gente que infecta, que preferimos hablar a gritos. Esto es lo grave, lo demás no importa.
Por cierto, ya llegamos a la tercera dosis obligatoria -sí, obligatoria- en la práctica. Y seguimos sin saber qué nos están inoculando.
¡Ah!, y más restricciones, aunque seguimos sin saber la eficacia de las mismas.
Esto marcha.