Decíamos ayer que, o nos quitamos ahora mismo la mascarilla, o no nos la quitaremos jamás.
Algunas regiones se muestran reacias a abandonar la mascarilla, por ejemplo en los colegios, para fastidiar un poco más a los menores.
Pero el peor daño ocasionado por el Covid es la patología mental generalizada donde nada es lo que parece y donde el mundo no parece estar regido por los mejores gobernantes, mientras los gobernados tragan con carros y carretas. Ahí tienen un buen elenco extraído de las redes sociales. Antes los dioses cegaban a quien pretendían perder, ahora les envían un virus que justifica cualquier tipo de totalitarismo porque ciega los ojos y nubla los cerebros.
Y además, los feos insisten en mantener la mascarilla.