El mundo mira a Reino Unido. 70% de vacunados, inmunidad de rebaño… y la infección al alza. ¿Cómo es posible? ¿No quedamos en que la inmunidad grupal la iban a traer las vacunas, precisamente al inocular a un 70% de la población? Pues ahora resulta que no. Al parecer no, como todo en el Covid, siempre es al parecer: ni las vacunas reducen el riesgo, ni la inmunidad grupal llega nunca.
Porque esto supone el primer misterio de este virus: ¿por qué la inmunidad natural y general no llega nunca?
Al tiempo, Boris Johnson -el pobre hombre se aburre- ha decidido anular todas las medidas de “seguridad”. Los agoreros se han revelado contra él. En el fondo, Johnson sólo aplica la conclusión cierta de que más restricciones no implican menos infecciones. Pero el mundo ha cambiado: el miedo se ha convertido en pánico, el pánico en histeria, la histeria en sinrazón.
Mientras, el Gobierno vuelve a manipular la sentencia del Tribunal Constitucional, que no critica las medidas del Gobierno sino al propio Gobierno Sánchez, liberticida
Mismamente, en Baleares prosigue la histeria de la socialista Francina Armengol: Baleares, en pleno verano, obligará a llevar mascarilla también en el exterior… again.
Mientras, el Gobierno vuelve a manipular la sentencia del Tribunal Constitucional. La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, esta chica promete, asegura que los miembros del Tribunal Constitucional tenían su mente, no en la gente sino en criterios jurídicos. ¡Cosa más extraña! Y se ha quedado tan ancha.
Mientras, el Gobierno español a lo suyo: ahora toca más histeria y ninguna autocrítica. Sí, los casos de infectados se multiplican, cierto, pero no son tan letales. De inmunidad natural, ni se habla.
Las cifras aumentan pero la culpa la tiene el pueblo, que no toma las medidas necesarias. Porque lo que es la coordinación del Gobierno con las CCAA va de cine. Lo dice el Gobierno
Y la secretaria de Estado de Sanidad, señora Silvia Calzón, asegura que lo que es la coordinación entre Sanidad y las comunidades autónomas, o sea, ella misma, va de cine. Es decir, que la culpa de los contagios la tiene el pueblo. Mismamente usted. Pero ellos, los políticos, lo hacen de miedo.
La guinda de la tarta la pone el ministro de Universidades, Manuel Castells, quién si no.
Nada de discursos para convencerme: tan sólo dame órdenes. La moralidad antigua era libertina comparada con esta: puedes hacer lo que quieras siempre que yo lo admita
Nada de discursos para convencerme: tan sólo dame órdenes. La moralidad antigua era libertina comparada con esta: puedes hacer lo que quieras siempre que yo lo admita.
La progresía española sigue jugando su papelón de apostar por una libertad ligeramente encadenada. Ejemplo, el precitado Castells suelta esto: “la solución no es sermonear a los jóvenes sino vacunarlos”. ¿Y si no quieren? Pues se les obliga y en paz.
Es curioso, tenemos una imagen de la moral llamada tradicional como un conjunto de prohibiciones. En ocasiones lo era, pero siempre según unos principios, discutibles o no. Lo curioso es que con esta generalizada confusión entre delito y pecado, la gente prefiere acatar órdenes que aceptar o rechazar planteamientos morales.