Aumentan las infecciones en toda Europa, no sólo donde el índice de vacunación es mas débil, como se empeña en repetir RTVE, sino, por ejemplo, en Reino Unido, uno de los adelantados de los nuevos jarabes inyectables. 

Porque ya se sabe que la “estadística es una ciencia exacta porque dice exactamente lo que uno quiere que diga”. O al revés que es lo mismo: “El 99% de las estadísticas son falsas; ésta, también”.

Pero tampoco hay que pasarse. Y con el Covid, la estadísticas se han pasado. Es más, el virus ha supuesto la muerte de la contabilidad. Cuando interesaba se utilizaban cifras absolutas y, cuando no interesaban, relativas. Se ha comparado lo incomparable y se han ofrecido datos parciales. Sí, el virus ha provocado víctimas, también la estadística.  

Pero lo que viene ahora me parece más llamativo. Fernando Simón, sí, el mismo, alejado ya de los focos por orden gubernativa, pero incapaz de callar por naturaleza, se dedica a hablar allí donde le invitan. Y entonces es cuando nuestro sádico particular advierte, por si acaso, que no es seguro vacunar a los menores de 12 años. No se conocen los efectos secundarios. Bueno, no se conocen los efectos secundarios sobre ninguna edad pero ya se sabe que los niños tiene por delante el futuro, los viejos el pasado. Imagínense que las vacunas tuvieran efectos… pongamos, sobre la fertilidad: pues entonces no será lo mismo vacunar a un hombre de 70 años que a un niño de 8. Por ejemplo. 

Simón también nos recuerda que los niños sufren menos el virus y, añado yo, fueron acusados, durante el confinamiento de marzo de 2020, de ser los principales agentes transmisores de la enfermedad: les quitamos un año de vida.

La estadística es una ciencia exacta porque dice exactamente lo que uno quiere que diga

Y por cierto, la Asociación de Pediatría dice o mismo: que no corramos a vacunar a los niños. Pero tengan en cuenta que Sánchez sólo se guía por evidencias científicas, en el bien entendido de que él decide lo que es científico y lo que es evidente.