Si no se ríen se lo cuento: los fabricantes de mascarillas exigen subvenciones al Gobierno. Ya saben, para apoyar la producción. Se ha creado todo un lobby de las mascarillas, un negocio redondo que, como las funerarias, siempre tiene público, pero no a causa del óbito sino del Boletín Oficial del Estado. El BOE impone el bozal y, a costa de que el miedo nos vuelve irracionales, estúpidos, y palomos objetos de estafas pues ya está: todo perfectamente legal.

De cualquier forma, la burocracia nos ha salvado: en la mañana del miércoles se aprobaba en el Congreso la liberación, al menos parcial, de las mascarillas, en los grandes espacios abiertos.

Como la tramitación ha sido larga a sus señorías no les parecía volver a imponer las mascarillas dentro y fuera, y lo han dejado en que dentro sí pero fuera no. A los vascos, los más masocas de todos no les ha gustado. Querían escafandra dentro y fuera, y en el entresuelo descubierto… también.

El mundillo de los “tragacionistas”, como dice Juan Manuel de Prada, se ha mostrado muy sorprendido con lo ocurrido el lunes, Día de la Libertad, en Reino Unido. Con un 70% de la población vacunada se supera el número de contagiados. Hispanidad le pregunta por ello a la ministra Darias que, según costumbre, no responde pero asegura que ella ya advirtió que esto podía ocurrir, Y si ya lo advirtió, pues queda todo dicho. Nadie podrá echarle nada en cara… que es de lo que se trata.

Pero, además, ojo al dato, la señora ministra afirma que Reino Unido lo ha hecho mal porque jugó a una sola dosis, cuando nosotros, los españoles, cuyo gobierno “hizo lo correcto”- hemos jugado a doble dosis desde un primer momento-. 

Como ocurre en muchos otros aspectos del coronavirus, pueden aceptar el argumento de la ministra o rechazarlo. Total, ¿a quién le importa?