Es como si les diera vergüenza reconocerlo, aunque creo que cada vez menos. Antes retrasaban hasta finales de año (no se engañen, lo hace el PSOE y lo hacía el PP) la estadística de aborto quirúrgico, el aborto más visible, ahora lo hacen a finales de septiembre, a ser posible en viernes, para que se note poco.
Sí, soltaban las cifras el penúltimo día del año con la gente pendiente de las uvas y nos contaban el número de niños abortados... durante el año anterior, cuando poseen estadísticas casi en tiempo real.
Ahora, con la sin par sinceridad de la ministra de Sanidad, Mónica García, nuestra Mónica, lo han adelantando, como digo, a septiembre. Pues bien: durante 2023 se han perpetrado en España más de 103.000 asesinatos de niños concebidos y aún no nacidos, es decir, del ser humano más inocente y más indefenso de todos. Hablamos de abortos voluntarios, naturalmente, con intención de matar. El aborto sobrevenido, involuntario, es una desgracia, pero no un crimen.
Si sumamos, a más de 100.000 homicidios por año, desde 1985, en que Felipe González despenalizó el aborto en España, nos sale una cifra que ronda los 4 millones de personitas abortadas. Tenemos una democracia de muerte y nuestro único consuelo es el consuelo de los idiotas: en el resto del mundo ocurre lo mismo, salvo en algunos de esos países pobres, cuya riqueza son los hijos y que no han entrado en la llamada cultura, más bien mercado, de la muerte.
Distinguir entre anticoncepción y aborto es una falacia: los anticonceptivos actúan como espermicidas, como obstructores de la fecundación, pero si fallan en esos dos procesos, también actúan a posteriori, por lo general impidiendo la anidación del nuevo ser en las paredes del útero
La mayor de ellos en hospitales privados (más del 80%) porque aquel médico que tiene titulación en un hospital público puede no tener conciencia pero sí estómago y se resiste a trocear o envenenar a un niño: no se metió a médico para hacer de matarife.
En cualquier caso, sea el matadero privado o público, todo aborto en España es pagado con dinero de nuestros impuestos. Faltaría más.
Y ojo, un régimen como el español, de aborto libre hasta las 22 semanas y de aborto real hasta el momento mismo de nacimiento: ya saben, cuando existe peligro para la salud de la madre (también para la salud psíquica)... y resulta que siempre existe un peligro para justificar la muerte del inocente.
🚨Pero algunas despistadas de pañuelito verde te van a decir que ahí no hay VIDA.
— Santiago Roman Delgado (@SantiagoRomanD7) September 29, 2024
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España ya ha conseguido el objetivo último de la llamada Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo director, el honorable Tedros Adhanom, ya ha propuesto el aborto libre hasta el momento mismo del nacimiento. Otra cosa resulta inaceptable para él. Sí, hablo de la agencia de Naciones Unidas para la salud.
Y no olviden, que las cifras del aborto quirúrgico no dicen mucho. lo importante es el aborto químico, que mata a mucha más gente. Ahora vamos con ello.
En suma, ¿democracia sin aborto o dictadura con respeto a la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural? No sé por qué tengo que elegir entre ambas pero si me fuerzan a hacerlo, no lo duden: una democracia que conculca el derecho a la vida del más inocente y más indefenso de todos los seres humanos, me sirve de poco... porque es capaz de cualquier salvajada y porque una democracia que vulnera el primer derecho humano, que es el derecho a la vida, no es una democracia.
La fecundación in vitro (FIV) constituye un negocio homicida, mucho más jugoso que el aborto quirúrgico y con más margen por unidad que el aborto químico. Y encima tiene buena prensa
En todo caso, en el aborto está la decadencia de España y de Occidente. El resto -de la decadencia- viene por añadidura.
Como colofón, el aborto quirúrgico es sólo una ínfima parte de los niños asesinados por aborto químico y por la fecundación in vitro. Respeto al aborto químico: todos los anticonceptivos -salvo el condón, naturalmente- que se venden en las farmacias son potencialmente abortivos. Actúan antes y después de la concepción, antes y después de que exista un ser humano con un código genético individuado, distinto del código genético del padre y distinto del código genérico de la madre. Es decir, un ser humano con todas las de la ley, no en potencia, sino en acto. Sólo le falta su desarrollo natural.
Pues bien, en 2024, distinguir entre anticoncepción y aborto es una falacia: los anticonceptivos actúan como espermicidas, como obstructores de la fecundación... pero si fallan en esos dos procesos, también actúan a posteriori, por lo general impidiendo la anidación del nuevo ser en las paredes del útero. Es decir, como abortivo.
Otrosí, aún más engañoso: la fecundación in vitro (FIV) que encima pasa por dar vida cuando lo único que otorga es muerte. Los FIV actúan como verdaderos abortorios, donde todo se justifica con tal de obtener un hijo, producido con máquinas (todo muy romántico).
Pues mucho me temo que tener un niño no es un derecho, en todo caso es un deber. En la FIV, los abortos selectivos, la destrucción de embriones, el diagnóstico preimplantartorio, así como la congelación de embriones constituyen tres barbaridades que, encima, gozan de buena prensa, no como el sanguinolento aborto. Por cierto, la FIV constituye un negocio mucho más jugoso que el aborto quirúrgico y con más margen por unidad que el aborto químico.
Una España y un Occidente de muerte.