La Generalitat de Cataluña y la Liga Árabe firmaron hace un año un acuerdo en el ámbito educativo para promocionar el árabe «entre las nuevas generaciones», que contemplaba ayudas de 7,5 millones para el aprendizaje y promoción de este idioma, y ni un euro para el castellano.

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Este acuerdo volvió a ser noticia tras la propuesta que presentó Vox a la Comisión de Exteriores del Parlament de Cataluña. En ella, el diputado Alberto Tarradas pidió la suspensión de este pacto, que consideran "una absoluta insensatez" porque representa "colaborar en materia educativa y cultural" con países "autoritarios, que basan su sistema legal en la sharía o la ley islámica, donde las mujeres son tratadas como mercancía, los homosexuales son perseguidos y las niñas son obligadas a casarse por la fuerza con hombres mayores". Llegados a este punto, basta recordar que la presidenta del Parlament Anna Erra (Junts) le quitó la palabra precisamente a Tarradas por asegurar que el islamismo “como régimen social y religioso (es) incompatible con el occidente cristiano, la libertad y nuestro modo de vida".

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Del peligro del islamismo en Cataluña se habló también en el debate entre los candidatos a las elecciones catalanas del próximo 12 de mayo, en el que Ignacio Garriga, de Vox, resaltaba que Cataluña quiere seguir siendo Cataluña:

Conviene recordar que la situación actual en Cataluña tiene su origen en los años 1996 al 2004. Eran los tiempos del Aznarato. En Moncloa percibían cómo una masa ingente de musulmanes, sobre todo paquistaníes pero también de otros países, llegaba a España. El ínclito Jordi Pujol, catalanista, amante de la independencia pero no independentista (sí, un poquito ladrón, pero esa es otra cosa), reconoce que sí, que está facilitando, vía Milán, la llegada de musulmanes.

¿Por qué? Pues porque los musulmanes no podían obtener la nacionalidad española en dos años y, por tanto, no podían votar. Y sí. Porque, además, los ecuatorianos, que es a lo que jugaba el resto de España, son hispanos.

Desde Madrid se le recordaba a Pujol que lo importante no era la inmigración sino la integración y que los factores clave para integrarse en el país de acogida son la lengua y la religión (la cultura, si lo prefieren). Dicho de otro modo: los hispanos se integran mucho mejor que los musulmanes.

Pero Pujol no quería hispanizarse sino deshispanizarse así que ahora tiene la mayor colonia de musulmanes, que han formado un guetto en Cataluña y que de vez en cuando, perpetra un atentado terrorista.

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Porque hay algo que ignora Pujol y desconocen los independentistas catalanes: cuando el musulmán se revuelve contra la sociedad que le acoge, contra los cruzados cristianos, no distinguen entre catalán o madrileño y andaluz. Para ellos, todos son objetivos a liquidar, cruzados españoles o cruzados catalanes.

El peligro está en la inmigración islámica por la sencilla razón de que el musulmán odia al país de acogida, odia a España. El hispano no.