Según datos del curso 2021/2022 del Ministerio de Educación, mientras la tasa de repetición media en España es del 7,6%, la proporción aumenta considerablemente en la pública (9,2%) y cae con fuerza en la privada, donde apenas un 1% de los estudiantes de Secundaria repiten curso. También en la concertada la tasa es sustancialmente inferior, aunque recorta un poco la distancia (4,7%). Aun así, la media nacional es notablemente elevada en comparación con otros países similares. De hecho, España cuenta con el dato más alto de repetidores en la ESO de toda la OCDE, con una diferencia de hasta seis puntos con la media de los territorios que integran este organismo internacional.

Recuerden, con la media más alta de repetidores y con la segunda tasa más alta de 'ninis', jóvenes que ni estudian ni trabajan, después de Italia. Es decir, 17 de cada 100 jóvenes en España son 'ninis'. 

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Pero, volviendo al asunto de las repeticiones, no hay de qué preocuparse porque la solución ya la preveía la ley Celaá desde el principio. De hecho, el pensamiento Celaá apostaba porque los estudiantes, directamente, no repitieran ya que podían traumatizarse. 

Según publica 20 minutos, esa proporción de repetidores nueve veces mayor en los institutos públicos que en los privados, para gran parte de la comunidad educativa, evidencia la "ineficacia" de esta medida de la repetición escolar, demuestra la desigualdad entre familias, y, en definitiva, añade piedras en el ascensor social en el que la educación juega un papel clave.

Y en esta línea, uno de los mantras que repite el gobierno socialista para justificar que los alumnos pasen de curso con varias asignaturas es que la ley persigue la igualdad entre los estudiantes. Es decir, que ninguno repita, porque eso, insistimos, causa un trauma en el alumno y porque, además ojo al dato, resulta que los niños pobres tienen más dificultades para aprobar que los niños ricos que cursan estudios en el mismo centro. Y ¿qué tiene que ver la riqueza con los aprobados o la pobreza con los suspensos? ¿Es que los alumnos pobres son más tontos que los ricos? Porque eso es lo que, finalmente, promulgan quienes defienden la ley del mínimo esfuerzo o -directamente- del esfuerzo cero entre los estudiantes, o sea, los defensores de la 'ley Celaá'.