La principal conclusión del estudio que durante un año ha realizado el hospital de Basurto es que las enfermedades de transmisión sexual se están disparando. En una sociedad 'normal', la primera medida sería animar a los jóvenes a que no forniquen con el primero, o la primera, que se encuentran a mano, y que reserven el sexo para el amor y para el compromiso, es decir, para el matrimonio. 

Esto ha sido lo habitual, no en España, sino en cualquier sociedad civilizada, no en esta época, sino en cualquier época. Los hombres podrían tener escasos rudimentos morales pero tenían sentido común. Y es que todos los humanos sensatos, de cualquier raza, religión o ideología, saben que separar el sexo del amor constituye la mejor manera de cargarse el sexo y de cargarse el amor. 

Sin embargo, miren por dónde, resulta que el estudio del hospital Basurto ha activado todas las alarmas políticas enloquecidas que existen en España, y la más enloquecida de todas ellas es la del Ministerio de Sanidad, dirigido por la enloquecida Mónica García, de Podemos, Más Madrid, Sumar y del que se encuentre por el camino.

Y todo esto porque, como dijo San Juan Pablo II, al otro lado hay alguien que no quiere que le hagan daño, ni que le tomen por una cosa

Por lo general, los políticos tienden a actuar según la vieja lógica británica: hay que hacer algo, esto es algo, haz esto.

Así que a doña Mónica García -y a sus compis de Mas Madrid también)- que es muy británica, además de ministra de sanidad, se le ha ocurrido que lo mejor es aumentar la educación sexual en las escuelas. Aquí todo se soluciona en los colegios y, me temo, que como sigamos así, dentro de poco el currículum escolar de los niños no constará de seis asignaturas por curso sino de 16, o 26, o 36. 

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Ya tenemos el qué. Luego viene el cómo, es decir, qué les enseñas a los niños en educación sexual. Está clarísimo se dijo la brillante Mónica: hay que copular, o lo que sea, sin procrear. 

Ahora bien, la educación sexual consiste en que no forniques con quien no amas. Y si le amas, debe ser para siempre. Es un asignatura fácil de aprobar pero difícil de vivir... y no es la de Mónica García. La solución de nuestra progresía consiste, no en evitar la enfermedad, sino en evitar al niño. Por contra, la solución real consiste en no separar sexo de amor, que es donación, y en no separar sexo y compromiso. 

Porque, como dijo San Juan Pablo II, al otro lado hay alguien que no quiere que le hagan daño, ni que le tomen por un objeto.

Aunque les extrañe, todo esto Mónica, la ministra de Sanidad del Reino de España, no lo entiende. No sé por qué será.