En el contexto de la batalla por la defensa de la vida que se libra en EEUU, en el estado de Georgia se ha producido una mala noticia para los niños no nacidos.

Porque el juez Robert McBurney, del Tribunal Supremo superior del Condado de Fulton, ha anulado una ley estatal que prohibía el aborto a partir de la sexta semana de embarazo -cuando se detectaba el latido del corazón- y ha ampliado el plazo para acabar con la vida de un niño en gestación hasta la semana 22 de embarazo. 

El juez ha argumentado que la la Ley de Equidad e Igualdad para los Bebés Vivos de Georgia (conocida como Ley LIFE) -firmada en 2019 por el gobernador republicano, Brian Kemp, pero que no entró en vigor hasta julio de 2022, después de que el Tribunal Supremo revocase Roe v. Wade-, atenta contra los derechos constitucionales estatales de la mujer.

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En palabras del magistrado Robert McBurney, "una prohibición arbitraria de las interrupciones del embarazo (después de la actividad cardiaca embrionaria) durante seis semanas es incompatible con estos derechos y con el equilibrio adecuado que establece una norma de viabilidad fetal entre los derechos de libertad e intimidad de la mujer y el interés de la sociedad en proteger y cuidar a los niños no nacidos". 

El gobernador republicano ha respondido: "Proteger las vidas de los más vulnerables entre nosotros es una de nuestras responsabilidades más sagradas, y Georgia seguirá siendo un lugar donde lucharemos por las vidas de los no nacidos".

Además, la oficina del fiscal estatal, Chris Carr, recurrirá la decisión próximamente.