Lo primero que hay que tener claro es que en pleno siglo XXI la censura está más activa que nunca en la democrática Europa, sólo que ahora se camufla de diversas maneras. Hablamos de la Ley de Servicios Digitales (DSA) que entró en vigor el pasado 25 de agosto para las grandes plataformas y que tendrá su continuidad a partir del 17 de febrero de 2024 con su aplicación para el resto de plataformas, esto es, las que tengan menos de 45 millones de usuarios activos en EU.

Pues bien, la DSA tiene dos vertientes: por un lado, pretende poner coto al uso de los datos de los usuarios por parte de los gigantes de la red como Amazon, Google o Alibaba y, por otro, combatir la desinformación y los mensajes de odio en internet. La primera cosa está bien, la segunda no.

Insisto: la norma ya está en marcha desde finales de agosto y lo más preocupante no es que ningún gran medio haya alzado la voz -en Hispanidad sí lo hemos hecho-, sino que, incluso, desde esos medios de comunicación, se defiende la Ley y se ataca a los que la desafían. En otras palabras, defienden al censor, al verdugo, y atacan al censurado bajo el paraguas del odio y los bulos.

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Delitos de odio: la carga de la prueba se invierte, de tal manera que es el acusado el que tiene que demostrar que no odia, algo imposible además de estúpido. Es decir, la Ley permite censurar cualquier sitio que se salga de lo que los lobbies quieren que pensemos. Porque el que no piensa así es porque odia.

Los bulos: son el pretexto más utilizado por el poder para castigar, no la desinformación -se coge antes a un mentiroso que a un cojo-, sino la información que niega las mentiras que el poder propaga como verdades.

El único que, de momento, ha osado desafiar a la censura de Bruselas ha sido Elon Musk que se está planteando cerrar X (antes Twitter) en Europa, ante el acoso de la muy democrática UE, que le amenazó con cerrar la plataforma por difundir bulos y mensajes de odio.

Ahora ha sido Musk quien se ha plantado y ha hecho bien. Lo más preocupante es que los medios de comunicación, la gran mayoría de ellos, apoyan la censura y arremeten contra Elon por defender la libertad de expresión, justamente aquello por lo que ellos deberían luchar.