Dicen los argentinos que lo que se mama en la cuna sólo se quita en la sepultura. Lo cual nos viene como de molde porque, en el año de gracia de Nuestro Señor de 2024, la familia debe cubrir el papel de la escuela, convertida hoy en centro de perversión de menores, lo que constituye, a su vez, una de las claves de nuestro tiempo, que parece haberse especializado en la corrupción de la infancia, con las colegios convertido en escenarios de ‘drag-queen’, en enemigos de lo que juraron, con o sin juramento expreso, proteger: la inocencia de la infancia.

La familia ha sido siempre la primera escuela, o debería serlo, pero a día de hoy, la evolución de la educación, mejor sería que fuera la única o, por lo menos, que es lo mismo, que el hogar supla las carencias del cole, cuando no los ataques de la escuela a la formación de los niños.

Conclusión: enseña a tus hijos a hablar con Dios desde su más tierna infancia. No es mala idea que lo hagas tú también porque nadie da, ni enseña, aquello que no tiene. Recuerda que orar es hablar con Dios... y que Dios siempre responde. En definitiva, que recen desde la cuna porque su interlocutor es el único que podrá protegerle cuando crezca, protegerle de la muerte espiritual súbita, que es el grupo de desesperanza que rige el actual universo adulto. 

Enseña a tu hijo a hablar con Dios, a rezar de continuo, desde la edad más temprana: le va la vida en ello.

A hablar con Dios sólo puede enseñarse en familia. Aunque ello no suponga -la batalla hay que darla en todos los frentes- abandonar la pelea por la libertad de enseñanza y por una educación cristiana en colegio. Ahí ya no hablamos de oración sino de política, y la clave de la libertad de enseñanza es el cheque escolar. Ya saben, un bono que financie todo el coste de la educación, bono que se otorga a los padres para que lleve a su hijo al colegio, privado o público, que les venga en gana. Muy pocos partidos, sólo Vox, han apostado por el cheque escolar... e incluso a Vox cada vez le oigo menos hablar del cheque escolar. 

Pero más importante que el cheque escolar es enseñar al niño a hablar con Dios, a rezar. El resto llega por añadidura y, además, el Único que puede protegerles de un mundo venenoso es Él.