Cualquier observador contemporáneo que mire a lo largo y ancho de la actualidad, vaya a dónde vaya, a primera vista se encontrará galopando hacia el Apocalipsis. No podemos evitar ser realistas: vemos las ideologías de género globalizantes, las políticas económicas estrafalarias, desestabilización social en la que las clases medias se empobrecen y, desde casi un año, una guerra absurda, provocada, injusta, que amenaza la estabilidad de vida ascendente que, desde la Segunda Guerra Mundial, se había alcanzado.
Sin embargo, les diré que hay otra cara en la moneda: personas que no dejan de hacer el bien, instituciones que trabajan por la justicia y Dios, también está Él, aunque a veces cueste descubrirle entre los claroscuros del día a día. De los buenos y de las cosas buenas que hay en el mundo voy a hablar. Porque las hay, muchas más de las que nos dejan ver, porque si no existieran, ciertamente sería el fin del mundo, y no estamos en estas.
Si algo negro, muy oscuro, ha sucedido en nuestra historia mas contemporánea fue el horror nazi y el dolor que causó a tantos millones de seres humanos. No obstante, de esa etapa de la vida, hay una historia que merece la pena que conozcan y que la cuenta El médico de Auschwitz (Sekotia) de Szymon Nowak, que nos habla de la heroicidad de un médico polaco, Józef Bellert, que junto con treinta compañeros más entre doctores y enfermeras, montaron un hospital de campaña para atender a los casi 5.000 supervivientes de las cámaras de gas y que lograron salvar a más de 4.500 de todos ellos. Siempre hay luz después del túnel, por muy tenebroso que este sea.
¿Sabían ustedes que se están creando espacios libres de Eutanasia en España? Uno de sus impulsores, Luis Zayas, explica que es esperanzador comprobar que «muchas instituciones tienen claros los principios bajo los que ejercen su actividad médica o asistencial y no están dispuestas a abandonarlos»
Hoy, que la sociedad posmodernista se ha dejado seducir de las hieles del nihilismo, parece que triunfa como derecho la cultura de la muerte, y parece que nadie nos cuenta que sí hay alternativas, que todavía hay seres humanos que nos rebelamos ante el hecho de que esto tenga que ser así. Por ejemplo, ¿sabían ustedes que se están creando espacios libres de Eutanasia en España? Uno de sus impulsores, Luis Zayas, explica que es esperanzador comprobar que «muchas instituciones tienen claros los principios bajo los que ejercen su actividad médica o asistencial y no están dispuestas a abandonarlos». Para los escépticos les recomiendo Cita con la muerte (Rialp), donde Etienne Montero, Doctor en Derecho y Filosofía, muestra al mundo qué es lo que se ve de verdad en ese derecho a la muerte, que no es nada pueril, y qué rastro deja en las familias y las sociedades la locura de acabar con personas ante el sufrimiento del dolor o la desesperación de la soledad, cuando existen soluciones como los cuidados paliativos y la compañía activa de personas…
¿Conocen la noticia de que, en Estados Unidos, donde la lucha política es cada vez más encarnizada por el antinatural derecho al aborto, en el que Joe Biden y los secuaces que gobiernan con él, tratan de legalizar el aborto hasta el día natural de dar a luz, y que se ha conseguido en Texas, gracias a la ley del latido del corazón salvar entre 5.000 y 10.000 niños de haber sido abortados en los primeros seis meses de vida, desde que la ley está en marcha? Una ley que en los países donde pretenden imponer el derecho a ser madre de un hijo abortado, no la admitirán porque sus negocios caerían en una quiebra estrepitosa -porque el aborto es un enrome negocio que capitalizan hombres y mujeres perversas-. ¿Y sabían que algunos de los estados de este país cada vez son más provida y que rechazan con más fuerza leyes como la que quieren imponer de hasta el último día? Sí, es una gran noticia que ningún medio da a conocer pero que existe de verdad.
En EE.UU. gracias a la ley del latido del corazón se ha conseguido salvar entre 5.000 y 10.000 niños de haber sido abortados en los primeros seis meses de vida, desde que la ley está en marcha
También me gustaría reflejar otro componente importante de la felicidad de la existencia: Dios. ¿Qué hay de Dios? Y podemos hacernos un par de preguntas: ¿Es la sociedad menos creyente? ¿Hay más cristofobia en los países desarrollados o en aquellos de cultura islamista? Pues parece que sí, que las dos preguntas hay que responderlas con un sí rotundo pero, como (casi) siempre, se nos olvida que Dios no pierde batallas: su victoria es silenciosa, inquebrantable, y avanza a pesar del daño que nos proporcionamos nosotros mismos con el grito de Dios ha muerto. Si nos fijamos en el Afganistán liberado, entregado por Joe Biden a manos de los talibanes -y es que este señor no ha dado una bien dada desde su llegada-, vemos que los cristianos son perseguidos y condenados. Que los cristianos tienen prohibido adorar o evangelizar abiertamente en el país, donde el 99,8% de la población es musulmana y tanto los gobiernos locales como los nacionales son "altamente antagónicos" hacia los creyentes cristianos. Pues bien, hay una noticia que contradice esa desesperanza que nos quieren hacer llegar desde algunos rincones de la tierra y ciertos megáfonos interesados, porque se ha demostrado que los católicos crecen a un ritmo de 15.000.000 al año, aunque la paradoja sea que las vocaciones religiosas no lo hacen en la misma proporción. ¿Será que es la hora de los laicos, la hora del compromiso real con nosotros y el mundo, que es de Dios?
La lectura de La fe en tiempos de pandemia (Encuentro), Juan Antonio Martínez Camino (ed.) vio la luz con una referencia muy concreta: la realidad de la pandemia. Pero el texto no se queda ahí, porque avanza hasta temas que hoy, no sólo son actuales, si no que siguen siendo de vital importancia para los creyentes (y no creyentes aunque no lo crean, permítanme la redundancia). Preguntas difíciles de dar una respuesta segura para un cristiano cabal pero que sin embargo al mundo le caben las interpretaciones más variopintas: ¿estaremos ante un cambio de época? ¿Saldrá fortalecida la esperanza verdadera y se abandonará las ideologías progresistas? Un texto potente que nos lleva a la reflexión teológica que rechaza la idea del miedo al “qué pasará” y donde retomamos la esperanza como camino seguro de avanzar.