Los únicos países donde está legalizada la eutanasia son Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia, Australia y, desde el año pasado, también España. Todos ellos han traspasado la frontera ética de que la vida es sagrada y ni uno mismo y, ni mucho menos un tercero, puede disponer de ella.
En estos países está ocurriendo que se empieza permitiéndola sólo en casos excepcionales y por voluntad propia, pero se termina aplicándola sin restricciones, a cualquier persona e incluso en contra de su voluntad, y de manera especial a los más débiles y vulnerables: enfermos mentales, ancianos, discapacitados sobre todo intelectuales. Son los que no pueden defenderse ante la decisión de otros -el Estado, un médico, los jueces, los políticos, sus familiares- sobre sus vidas.
Y este sentido, informa el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia: más de la mitad de los eutanasiados mayores de 80 años, se les ha aplicado la eutanasia sin que estos la hubieran pedido.
En Bélgica la eutanasia está descontrolada, y parece que no tiene ningún límite. Al hecho de que se han multiplicado por más de 10 en 18 años, de 235 a 2.699 casos, lo que supone más de 7 muertes al día, se suma que aproximadamente la mitad de las enfermeras afirman haber practicado eutanasias sin petición explícita del paciente. Según datos oficiales ofrecidos por las autoridades del país, estos 20 años de eutanasia, se han cobrado 27.000 vidas. Y Bélgica va camino de convertirse en el primer país que permite la eutanasia en niños, sin requisito de edad. Además, cada vez se registran más casos en los que la eutanasia es a causa de cuestiones psiquiátricas, por ejemplo, por depresión.
Y a esto es hacia lo que va España, decíamos hace unas semanas en Hispandiad, que el Consejo de Ministros aprobaba un nuevo decreto por el que “se regula el Registro Nacional de Instrucciones previas y el correspondiente fichero automatizado de datos de carácter personal para incluir en él la prestación de ayuda a morir”. Es decir, el personal sanitario que esté vinculado en el proceso de una eutanasia, estará legitimado para solicitar y obtener el acceso al documento de instrucciones previas. En dicho documento puede aparecer la voluntad del paciente de que se le practique la eutanasia. Así, el médico podrá proceder. Este procedimiento se llevará a cabo cuando la persona no pueda realizar una solicitud de forma autónoma y consciente en el momento de eutanasiarlo.
En resumen, si en algún momento de tu vida se te ocurrió que era buena idea decir que querías ser 'eutanasiado' y lo dejaste plasmado, cuidado, porque, de hecho, van a eutanasiarte, y es que ya no podrás negarlo de manera autónoma, y da igual que te hayas arrepentido o que no quieras. Y si le estás resultando ya muy agobiante o muy costoso al familiar que le ha tocado cuidarte, pues éste podrá solicitar, en un acto de humanidad, claro está, la eutanasia para ti: y una vez más, si dijiste que querías que te eutanasiaran, podrán hacerlo.
Recuerden el caso de la doctora que procede a eutanasiar a una mujer de 74 años, que padecía alzhéimer. Sedan a la anciana, que no tarda en perder el conocimiento, aunque de pronto se despierta. Es entonces cuando su hija y su esposo la retienen hasta que se completa el proceso y muere. "Quiero la eutanasia, pero ahora no", dijo en repetidas ocasiones la víctima. Luego ya no dijo nada.
Ya saben, carta en la mesa, presa...