Antes del 2011, cuando dio lugar el 15M, movimiento popular en la Puerta del Sol de Madrid, que terminó siendo reconocido como el primer movimiento pre-revolucionario del pueblo de nuestra democracia, un catedrático de ciencias políticas de la Universidad de Nueva York realizaba un estudio sobre el debilitamiento de las democracias constitucionales en Europa. Su conclusión fue que aquel proyecto se iniciaría en tres países a modo de ensayo social: en Grecia, Italia y España. Los tres países han pasado por una serie de crisis que sin duda los han debilitado, ya sea por los efectos institucionales y políticos, financieros o de fragmentación. Quizá, al complemento de esta información, le viene bien conocer al menos esta obra Las 13 claves del Nuevo Orden Mundial (Letras inquietas, 2022) escrito por varios observadores y que muestra a las claras alguno de los objetivos que se están imponiendo, desarrollando e incluso legislando para alcanzar su meta de dominación.
Puede alguno preguntarse por qué aquel empeño aparentemente absurdo… La respuesta es la geopolítica. Europa, hoy en día es un peón al vaivén de los grandes imperios. Desde siempre, Estados Unidos controla el crecimiento de Europa, especialmente después de la IIGM, promocionando un Estado de bienestar para que no se dejará influir por los cantos de sirena del comunismo de la URSS. Era una forma muy práctica de combatir también en la guerra fría. Y por otro lado, pero por razones diferentes, Rusia también desea una Europa débil, y si está rota mejor. Para esto, Rusia hace uso de sus contactos bolivarianos y crea el Grupo de Puebla que, además de los dictadores iberoamericanos, también lo integran, entre otros: Pablo Iglesias, Irene Montero, José Luis Rodríguez Zapatero y… Yolanda Díaz. Quizá ahora se comprenda mejor el silencio cómplice a no censurar estas dictaduras, sus posicionamientos de cara a los presos políticos en Venezuela, sus viajes transoceánicos constantes y sus traiciones para, primero corromper la sociedad y luego romper las instituciones de España. Carlos Cuesta lo cuenta muy bien en su último libro, El gran impostor (La Esfera, 2023), que, aunque se centra en la figura del gran felón que es Pedro Sánchez, no puede entenderse bien del todo sin el conocimiento de esta espeluznante red de poder y traición.
Desde siempre, EEUU controla el crecimiento de Europa... y Rusia también desea una Europa débil, y si está rota mejor. Para esto, Rusia hace uso de sus contactos bolivarianos y crea el Grupo de Puebla que, además de los dictadores iberoamericanos, también lo integran, entre otros: Pablo Iglesias, Irene Montero, José Luis Rodríguez Zapatero y… Yolanda Díaz
También ahora se comprende por qué la inestabilidad en España vino de la mano de Podemos antes (ahora sustituido por Sumar) y luego, de forma clara, con su irrupción en las instituciones. Un partido comunista revolucionario con un objetivo claro: la desestabilización institucional de arriba a abajo, es decir, derrocar la monarquía, restablecer una república y derogar lo que ellos llaman el régimen del 78. Lo hace un partido que surge de la nada pero con empuje y sostén económico millonario, cuya fuente de alimentación proviene de fondos chavistas. Jóvenes ambiciosos que trabajaron como mercenarios políticos dispuestos a todo con tal de alcanzar el poder. Finalmente lo lograron de la mano de Pedro Sánchez en 2019 como socios de coalición en el que se ha denominado Gobierno Frankenstein.
La realidad es que, después de esta legislatura tensa y ruinosa, España tiene sus instituciones más importantes encharcadas de intereses partidistas y desde donde dominan los hombres fuertes de Sánchez, como la Fiscalía o el Tribunal Constitucional. El PSOE dice ser un partido constitucionalista, pero no lo es. El PSOE ya no es Aquel PSOE (Almuzara, 2023) del que Virgilio Zapatero escribe enfermo de añoranza. Ya nunca lo volverá a ser, porque el PSOE ya no es socialista, es sanchista, y no comulga con sus principios de unidad, respeto institucional y transparencia. Sánchez ha secuestrado al partido, lo ha convertido en su plataforma particular en la que flotar, puesto al servicio de ciertos plutócratas globalistas por los que luce su rosco de la Agenda 2030. España le da igual. Sigue instrucciones de destrucción y debilitamiento de España. Su falta de escrúpulos, de honestidad y compromiso con España le convierte en el candidato idóneo del globalismo y le lleva a pactar con todos los enemigos de España dispuestos a chupar del bote a cambio de apoyo en el Vongreso. Sánchez es cómplice y responsable máximo como presidente del mal que los independentistas detentan. Sánchez merece un juicio sumarísimo por traición a España.
En Génova, Alberto Núñez Feijóo se atornilla en la soberbia de no reconocer que lo ha hecho mal y tiende la mano a Ferraz para alcanzar un acuerdo, huyendo de lo que todos sus votantes esperarían, que es un pacto de gobierno con Vox. Feijóo luce también el pin de la Agenda 2030 y le hace creer que son colegas él y Sánchez
Mientras, en la sala azul de Génova, Alberto Núñez Feijóo se atornilla en la soberbia de no reconocer que lo ha hecho mal y tiende la mano a Ferraz para alcanzar un acuerdo, huyendo de lo que todos sus votantes esperarían, que es un pacto de gobierno con Vox. Feijóo luce también el pin de la Agenda 2030 y le hace creer que son colegas él y Sánchez. O es tonto o es igual de perverso que Sánchez, y tonto del todo no es. Los que me leen saben la malísima espina que desde siempre me ha dado este líder descafeinado, acostumbrado a su cortijo gallego y sus mayorías autonómicas. Aun así, el Partido Popular ha hecho la jugada sucia del voto útil con el apoyo propagandístico de ciertos abyectos medios de comunicación, que con Sánchez hicieron caja, y que ahora apoyan al PP, creyendo que el poder cambiaba de campo. ¡Y vaya, igual se han precipitado un poco!
La situación es muy complicada y costará dinero y tensión a los de siempre, a usted y a mí, es decir, a los que por muy demócratas que seamos no servimos para nada excepto cinco minutos cada cuatro años. España está rota y el bipartidismo en vías de extinción. Vuelven a ganar los independentistas porque los gobiernos del Partido Popular y los socialistas siempre se han dejado manipular en su debilidad. Una debilidad propiciada por un sistema de elecciones malo, defectuoso, que trampea la realidad de la voluntad de los españoles pero que ningún político quiere cambiar… ¿Por qué será? En La imprescindible aportación de la Derecha a la sociedad actual (Almuzara, 2020), de Juanma Badenas, se gestionan una serie de preguntas que todavía están en rabioso vigor. Un libro que compromete seriamente la actuación reciente de los populares y que les convendría releer, en caso de que lo hayan hecho en algún momento.
Para mí, el gran perdedor ha sido Núñez Feijóo, independientemente de que salve los muebles por los pelos. Ha jugado mal la posición ventajosa que le dieron las elecciones municipales y autonómicas del 28-M. Enrocado en la presunción de una victoria ha perdido el tiempo por la lumbalgia mental que le ha llevado a desaparecer del escenario político imprescindible, el debate en el que dejó solo contra los lobos a Santiago Abascal. Se creyó muy listo. Eso también les pasa a los tontos de la clase, que se creen muy listos. Perdió el tiempo y se durmió en los laureles. Me recuerda la fábula de la libre y la tortuga. Solo ha necesitado una semana la izquierda para movilizarse en su contra: la izquierda demonizaba a Vox y el Partido Popular también. La izquierda fabricó un compañero de viaje con Sumar y sustituyó a Podemos. El centroderecha ha sido -y sigue siendo- un prepotente engreído que provoca rechazo y si se repitieran las elecciones lo demostrarían los 600.000 votos robados a Vox por la estrategia del voto útil.