Entre 1961 y 1965, es decir, mientras duró el Concilio Vaticano II (octubre de 1962-diciembre de 1965), la Virgen María estuvo en San Sebastián de Garabandal, pequeña aldea montañesa cántabra, donde se apareció reiteradamente a cuatro niñas de ente 9 y 11 años, 'capitaneadas' por Conchita, la mayor y más conocida de las cuatro... y sobre la que se volcaron las mayores y más crueles presiones de los eclesiásticos de la época.
La persecución del Obispado de Santander, que aún se mantiene hoy, con el actual titular Manuel Sánchez, un acoso feroz que traspasó con mucho la fronteras de la clemencia, hasta conseguir poner sordina sobre unos hechos extraordinarios sólo reconocidos por dos tipos de personas: los que lo vivieron varios centenares de personas, y que no podían negarlo, y gente santa como el propio Pablo VI, le Padre Pío o Teresa de Calcuta, amiga personal de Conchita. Como consecuencia, muchos españoles ni han oído hablar de Garabandal, gracias a esta tenaz y demoniaca obsesión de muchos eclesiásticos en poner sordina a las singularísimas y archiprobadas apariciones marianas. La verdad es que no me extraña: la Madre de Dios le acusa directamente de su falta de respuesta a la gracia y anuncia -¡en 1961!- que muchos sacerdotes y obispos van "por el camino de la perdición" y arrastran a muchos fieles tras ellos. No, la verdad es que ni curas ni obispos quedaron muy bien en Garabandal. A lo mejor por eso nunca les ha gustado Garabandal.
Pues bien sesenta años después de ls apariciones, ha surgido el movimiento, casi espontáneo, España con Garabandal, en el que figura el exministro del Interior, Jorge Fernández, sí, el mismo al que la fiscalía, absolutamente independiente de Pedro Sánchez, naturalmente, quiere meter en la cárcel por 15 años.
La Virgen estuvo en Garabandal mientras duró el Concilio Vaticano II (1961-1965), que ya es casualidad, pero el obispado de Santander bloqueó la aprobación canónica... con especial saña
Serenaos: a quienes no creemos en la justicia humana y nos acogemos a la divina, este tipo de aparentes contradicciones no hacen otra cosa que agudizar nuestro discernimiento y fortalecernos en nuestras convicciones, al sabia sabia maldición gitana del 'tengas juicios y los ganes'.
En cualquier caso, bajo el nombre de España con Garabandal, y cuando algunos sólo esperábamos la decadencia y el olvido, la devoción a la Virgen de Garabandal ha renacido en España, 60 años después de las apariciones. Así, el precitado Jorge Fernández capitanea la petición española al Vaticano para que se abra una investigación. Se trata de repetir el miso camino que en Medjugorje, hoy convertida en capital mundial de la confesión, es decir, del perdón, es decir, del arrepentimiento, apariciones que llegaron 20 años después de Garabandal.
La Madre de Dios estuvo en Garabandal mientras duró el Concilio Vaticano II (1961-1965). Y recuerden que la casualidades existen pero las coincidencias no. De todas las formas, el obispado de Santander bloqueó la aprobación canónica... con especial ensañamiento. Fue, como se dice ahora, proactivo en la persecución de las niñas, tal y como se narra en la película Sólo Dios lo sabe. Por eso, la iniciativa España con Garabandal ha repetido la operación Medjugorje, que se puede traducir así: mira, ordinario del lugar, como estás un poco pesadito, aunque se trate de una competencia tuya y sólo tuya, vamos a pedir al Vaticano que abra una comisión investigadora por si no estuviera de acuerdo con tu pertinaz criterio. España Garabandal le ha trasladado un informe tanto al secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, como a Juan Omella, presidente de la Conferencia Episcopal española, Juan José Omella, ahora mismo miembro del grupo de los ocho, o de los nueve, o de no sé cuántos, que asesoran al Papa Francisco.
San Pablo VI recibió a Conchita, la vidente principal, y elaboró un nueva teología de lo extraordinario. El sí creía en Garabandal, como San Juan Pablo II creía en las apariciones de Medjugorje
Una última nota: San Pablo VI recibió a Conchita, la vidente principal, y elaboró una nueva teología de lo extraordinario. Y es que él sí que creía en Garabandal, del mismo modo que San Juan Pablo II creía en las apariciones de Medjugorje. Desde el motu proprio de 1966, el católico ya no tiene que pedir 'permiso' para lo extraordinario. Simplemente si lo considera sobrenatural actúen consecuencia, sen un milagro, unas apariciones... o lo que sea. La revolución que eso supuso en todo el orbe cristiano, en multitud de facetas es algo comprobable... pero muchos no saben que esa reforma de San Pablo VI viene de cuando aquel Papa Santo recibió a Conchita y a otros defensores de las apariciones santanderinas, y dictaminó que que la historia de Garabandal era la más hermosa que había escuchado jamás.
Por cierto, Antonio María Rouco y Carlos Osoro sí creen en Garabandal.