Tenemos que hablar del 12 de octubre recientemente celebrado. Pero no lo voy a hacer desde la perspectiva histórica porque eso ya lo hemos hecho en diferentes ocasiones, así como del sentido del concepto de Hispanidad. En esta ocasión quiero tratarlo desde la geopolítica del siglo XXI, porque vivimos unos tiempos que, lejos de alcanzar la paz soñada por los pacifistas pánfilos, ingenuos o perversos, estamos en el conato de una tercera guerra mundial según Donald Trump, que por lo que se ve reúne los condicionantes perfectos para ello.
En casa tenemos mucha tela que cortar. Lo que estamos viviendo en España ya no es la negación a España misma, sino la disolución de todo lo que es y ha supuesto en la historia. Mucho se habla de la corrupción que promueve el dinero y las influencias de poder que, sin que nos afecte personalmente porque no trincamos como lo hacen unos y otros, sin lugar a dudas es un daño moral a la sociedad porque se normaliza y si no hay escarmiento en el delito, como sucede con Chaves y Griñán por el caso de los EREs, a los que se les indulta, para muchos ciudadanos pueden convertirse en el espejo donde reflejarse… ¡Si ellos lo hacen, por qué yo no!, se preguntarán.
Pero la peor corrupción es la de la razón. Estamos en la era de la corrupción de la razón, con políticos cuya moral es ninguna y que están dispuestos a cambiar de opinión sobre cualquier tema del que solo hace pocas semanas denunciaban lo contrario. El aforismo «estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros» de Groucho Marx, y que nos ha hecho siempre reír, ahora ya no nos hace ninguna gracia porque lo sufrimos en nuestras propias carnes. Ahora está de moda la amnistía y el referéndum, pero hace un año hablábamos de malversación y sedición. El poder ha puesto los medios a su servicio y los ha convertido en fines en sí mismos. Pedro Sánchez, a la cabeza, ha implantado un modo de hacer política en el que todo vale o no según los planes a corto plazo previstos. Este presidente, que se envuelve en la bandera socialista, ha conseguido que sus diputados y sus votantes converjan con él en cualquier tropelía legal, manipulación constitucional o treta legislativa, caso de que alguna de estas se conviertan en un muro que le impide alcanzar sus objetivos.
Pero, ¿de qué objetivos hablamos? No lo olvidemos, estamos hablando de geopolítica. Los políticos de Occidente han entregado soberanía nacional a espuertas y están bajo la bota imperial de Estados Unidos, el imperio que nos afecta directamente y que se encuentra en pugna con China, Rusia y el bloque islamista. Ninguno de los presidentes occidentales hará nada que le saque del escenario y si lo hace también saldrá directamente de la esfera de poder. Bajo el paraguas globalista, la Agenda 2030, es donde se identifican entre sí. No, no es conspiranoia, no se trata de un plan urdido en los sótanos de un misterioso caserón escondido, donde cuatro chiflados planifican la dominación del mundo de unos pocos malos contra los buenos. Es una forma orquestada de poder bajo el rosco multicolor en el que todos se dirigen hacia una misma dirección a través de los acuerdos internacionales, las decisiones de salud, los pactos de la OTAN, las alianzas financieras, las inversiones industriales y la hegemonía energética que mueve al mundo. Todo esto, bien entrelazado, da lugar a que los países de Occidente se sometan a una tensión internacional que les sitúa dentro o fuera de los elegidos, aunque los elegidos no sean más que siervos, lacayos que sacan brillo a los zapatos acharolados del emperador de turno, ahora Joe Biden.
Es una forma orquestada de poder bajo el rosco multicolor en el que todos se dirigen hacia una misma dirección a través de los acuerdos internacionales, las decisiones de salud, los pactos de la OTAN, las alianzas financieras, las inversiones industriales y la hegemonía energética que mueve al mundo
En esa Agenda, también están los independentistas de izquierdas (ERC) y derechas (Junts), los filoetarras (Bildu) o los racistas (PNV). Estos, frente al objetivo común, destrozar España tal y como ha sido hasta hoy, de la que sin ella no habría podido ser lo que son (un Brutus más, que acuchilla a su padre), están encantados de participar unidos aunque se odien y llevarse la tajada que les corresponde.
Pareciese que no le afectara nada de lo que hemos dicho a Felipe VI, que mira al infinito como si no dependiera nada de él. Y depende todo. Sobre todo, el juramento que hiciera hace años, cuando puso a Dios por testigo para proteger la unidad de España y defender la Constitución. Y es que el pin de la Agenda 2030 pesa mucho, majestad, y resta valor a su cargo porque usted ya ha tomado su decisión, prefiere estar entre los elegidos, aunque sea usted limpiabotas antes que un exiliado con dignidad.
Sí, la Hispanidad está vencida por propios y extraños. España, madre de la Hispanidad, ha sido vaciada de su valor industrial y liquidados sus campos y ganados a bajo precio por Bruselas a favor de Marruecos, entre otros. España ha quedado como la meca del turista alemán, belga, inglés… Ricos que veranean a precio de saldo. España tiene el valor residual que le presta su posición geográfica en la geopolítica en la estrategia de las guerras de los imperios. Si no fuera por ello, no quedaría ni el nombre de España.
El fin del mundo es solo el comienzo (BO), de Peter Zeihan. ¿Tiene futuro la globalización? ¿Es posible que los límites de la producción estén en proceso de colapso? ¿Las ideologías están agotando la esperanza de los ciudadanos del mundo? Eso parece ser la tesis del autor: un mundo en el que los países o regiones no tendrán más opción que fabricar sus propios bienes, cultivar sus propios alimentos, asegurar su propia energía, librar sus propias batallas y además hacerlo con poblaciones que están menguando y envejeciendo.
Contra la mayoría (Esfera de los Libros), de Jano García. Un ensayo excelente que ilumina sobre las bondades o no de la democracia y como se usa esta para que algunos dirigentes tomen decisiones que coartan las libertades o peor, que están en contra de los intereses de la sociedad pero que a los políticos sí… Tacticismo político envenenado que te dan con la cucharita de plata de la democracia.
Historia del globalismo (Sekotia), de Daniel López. Tengo que volver a insistir en este ensayo filosófico que pone con claridad el tema de la globalización, más como una realidad comprensible que como una conspiración, como he dicho en el artículo. Este libro nos pone de forma serena sobre las claves de lo que sucede y por qué. Es un magnífico ensayo que debe hacerle hueco en su librería si le preocupan -y no ocupan- las razones de los tiempos que estamos viviendo.