La aparente normalidad del proceso de pactos de Pedro Sánchez con todo tipo de partidos que no quieren a la España que es España, no es real. Hay mucho nerviosismo y muchas dudas por parte de los que piden votos y de los que los ceden. Toda España está pendiente hasta el día 8 de noviembre como fecha tope de un delincuente para firmar la perfidia entre un megalómano y un prófugo. A esto hay que añadir la rebelión cada vez menos soterrada y real de algunos clásicos y barones del PSOE, aunque ante el aporte de escaparatismo político de la exaltación de la amnistía que se realizó en el comité federal del partido socialista todos aplaudieran al son de ¡Oh, mi amado líder!
Me van a permitir que sea un poco malicioso. La situación del manoseo de la ley de amnistía y sobre cómo lo contemplan desde Europa, genera recelos. La señora Ursula von der Leyen, que pertenece al Partido Popular Europeo, mira para otro lado y ha adquirido una actitud muy aséptica pues para ella se trata de un «asunto nacional» y por lo visto en este caso no quiere inmiscuirse. Sin embargo, no sucedió lo mismo con Hungría, Polonia y Rumanía, pues no le tembló la mano, interviniendo de facto con penalizaciones porque los políticos de estos países pretendieran obtener inmunidad frente a Bruselas.
España no amnistía a presos comunes, sino a políticos que actuaron delictivamente en contra de la unidad nacional, la Constitución y la Carta Magna. Si esta felonía se perpetrara, admitirán que salgan impunes un montón de delincuentes. Además, al ser amnistiados podrán pedir incluso daños y perjuicios con un alto coste para España a nivel económico y de prestigio internacional. Biden, Ursula, Sánchez y Puigdemont están en el mismo bando. Es el bando que tiene como misión desmantelar a España como nación. Es una acción geopolítica de alto coste para los españoles y nuestra historia. Unos hacen el juego sucio y otros callan… admitiéndolo con su silencio. Y es que la sombra de la Agenda 2030 es alargada.
Menos productividad, menos esfuerzo, más pan y circo. Se trata de un nuevo empujón a la mediocridad social, una tendencia política en pleno auge. Son los votantes, maleados por la vida muelle, que les compensa más una limosna subsidiaria antes que esforzarse o crecer personalmente, y que les importa una higa que España se hunda con ellos
Pero esto no es todo. Una cosa es la acción que he comentado sobre la amnistía, que es una acción política, y otra cosa es la propaganda preelectoral de la escenificación de Pedro y Yolanda en un acto hollywoodense, donde los guiños de amor y los gestos acaramelados han puesto en marcha de cara a sus votantes un inmejorable horizonte progresista: menos productividad, menos esfuerzo, más pan y circo. Se trata de un nuevo empujón a la mediocridad social, una tendencia política en pleno auge. Son los votantes, maleados por la vida muelle, que les compensa más una limosna subsidiaria antes que esforzarse o crecer personalmente, y que les importa una higa que España se hunda con ellos.
La propuesta de Yolanda en el país de las maravillas de reducir el número de horas trabajadas cobrando lo mismo es carnaza para que, si hay que ir a elecciones, sus votantes no se olviden de que ahí están ellos, luchando por su gente. Es la venda antes que la herida. Es un nuevo despropósito que no repara en los daños colaterales en las empresas de esos trabajadores, en la disminución de producción que seguirá restando músculo a la competencia internacional, es corromper las estructuras sociales y laborales a costa del contribuyente y los impuestos de sociedades a los que ya se ha advertido de la nueva subida que les espera (y claro, así no hay forma de atraer inversión extranjera).
Sánchez, encantado del coqueteo populista con su vicepresidenta. A él no le importa dar un capricho por aquí o una dádiva política por allá si eso le respalda de cara a Moncloa. Él se presenta ante su público y tira de demagogia. Sin embargo, a pesar de los focos y el formato fashion de la performance para presentar esta nueva iniciativa, es que, según El País -la voz de su amo-, cree que el “PSOE y Sumar no tienen garantizados los apoyos parlamentarios a la semana laboral de 37,5 horas”. Otro medio de su equipo, Público, también ha puesto la mirada crítica en el proyecto apuntando a que hay “luces y sombras del acuerdo PSOE-Sumar: fiscalidad y empleo frente a la ambigüedad sobre el CGPJ”.
La propuesta de 'Yolanda en el país de las maravillas' de reducir el número de horas trabajadas cobrando lo mismo es carnaza para que, si hay que ir a elecciones, sus votantes no se olviden de que ahí están ellos, luchando por su gente
Son propuestas ideológicas, que no políticas, para perpetrar un nuevo avance en el proyecto de ingeniería social para cabezas que no pensantes, pero que sí comen y buscan la diversión por encima de todo como terapia a su vacía vida, sin anhelar nada para su futuro. La idea perversa de estos dos líderes de la mezquindad es seguir regalándoles la vida con el dinero de todos, aunque eso conlleve ahondar en el empobrecimiento de España.
Nos tienen acostumbrados a dirigirse a la gente en vez de hacerlo a los españoles. Nos tienen acostumbrados a que las medidas sean ideológicas o propagandísticas, a que no sean proyectos que fortalezcan a España. Nos tienen acostumbrados a que las inversiones estén dirigidas al mantenimiento de pesebres, de caladeros de votos, en vez de apoyar a la inversión empresarial para fortalecer el tejido productivo, ayudar a la investigación y desarrollos tecnológicos, fomentar la competencia industrial española dentro y fuera de nuestras fronteras. Nos tienen acostumbrados a no apoyar las iniciativas privadas que restan potencialidad inversora y a que a la presión fiscal, según el IEE nos sitúe por encima de la media europea. Nos tienen acostumbrados a que así sea y no debemos acostumbrarnos al dolor de la piedra en el zapato, más que nada porque todos somos peregrinos y no nos queda otra que caminar hasta el final, y nos queda todavía un buen trecho.
Os propongo tres novelas sobre descomposición de la democracia, políticos y el fraude de los que viven de la política.
Candidato (R. House), de Antonio J. Rodríguez. El autor despliega en esta ficción política el relato de una campaña electoral que, entre escándalos, traiciones, conforma una historia universal sobre la ambición, la vanidad y el deseo. Inteligente entre ficción y no ficción, podría ocupar la prensa de nuestros días. De una actualidad innegable, a fin de cuentas, el corazón de la comedia humana.
La carrera de Nikodem Dyzma (Sekotia), de Tadeusz Dolega-Mostowicz. El autor caricaturizó en esta obra las élites de la Polonia de hace un siglo, pero Dyzma es un personaje universal: el arribista desprovisto de cultura y conocimientos que llega a la cumbre únicamente debido a la ineptitud de las élites y al amiguismo. La novela convirtió al autor en el escritor más acaudalado del país y el nombre de Nikodem Dyzma en Polonia sigue siendo hoy día sinónimo del ignorante que llega a la cima.
El banquero anarquista (Berenice), de Fernando Pessoa. Esta colección de relatos forma parte de lo que el poeta portugués suele denominar como “cuentos de raciocinio”, que tanto interesaran a la tradición anglosajona (Poe, Chesterton o Conan Doyle). Quizás la ficción más acabada del autor y seguro entre las páginas centrales del mayor genio de las letras portuguesas modernas. En esta edición el relato se presenta en el contexto de lo que el propio autor llamó “ficciones sociales”.