Los medios informativos, al menos muchos de mis colegas, llevados de sus prejuicios sobre el Vaticano, han vuelto a marrar. Vamos, que no han entendido de la misa la media acerca de la reforma del Santo Oficio, emprendida por el Papa Francisco

Como prueba, valga esta noticia sobre los cambios en la Sagrada Congregación para la doctrina de la fe. Noticia tan rigurosa como equívoca. Tal parece redactada por un notario número uno en las oposiciones a Registros y Notarías. Pero resulta que el periodista no es un notario, es un cronista. Por tanto, debería gustarle más la verdad que el mero rigor. Entre otras cosas porque la verdad exige rigor y contexto. 

De otra forma, enviaríamos notarios a los acontecimientos que realizarían su trabajo... con enorme rigor y con escasa relación con la verdad. En plata, que no nos enteraríamos de nada. 

El Papa Francisco no ha reformado el Santo Oficio para combatir la pederastia clerical porque la pederastia clerical (¡Dios mío, qué herejía voy a decir!) no es el peligro más importante que asola a la Iglesia, ni de lejos. Es algo repugnante, ciertamente, pero mínimo. La pederastia clerical en España alcanza el 0,2% de la pederastia total

En este sentido, tiene gracia que el periodista asegure que esta reforma del Santo Oficio tiene por objeto endurecer la lucha contra la pedofilia clerical y que, "sin embargo" el Papa no lo cite... mientras sí alude a otra cuestiones, como la profanación eucarística, la manipulación del sacramento de la penitencia o su simple desaparición, la re-herejía y la rebelión cismática, etc.: ¡Anda, a ver si van a ser esos los temas realmente importantes que preocupan al Papa! A ver si lo que está haciendo Francisco con la reforma del Santo Oficio es relanzar la doctrina tradicional, como un San Juan Pablo II cualquiera, y luchar contra el cisma -por ejemplo, alemán, los bárbaros de bragueta baja-, cisma que ya ha llegado y, sobre todo, contra el sacrilegio eucarístico, que es el signo de nuestro tiempo.

A ver si lo que está haciendo Francisco con la reforma del Santo Oficio es relanzar la doctrina tradicional, como un San Juan Pablo II cualquiera, y luchar contra el cisma -por ejemplo, alemán, los bárbaros de bragueta baja-

A ver: en su reforma, y desde el punto de vista formal, Francisco ha distinguido el doble juicio propio de los tribunales y ha repartido el juego entre juez de instrucción y juez juzgador, como hacen las jurisdicciones civiles. 

Es decir, ha repartido el juego entre teoría y práctica, con dos jefes en cada una de las secciones de la antigua inquisición. De hecho, ha creado una nueva inquisición y ha hecho muy bien. Para la Iglesia, el juez es teórico, catequista, y el verdugo tiene que ser padre, porque no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva.

Lo de pederastia importa a Francisco en su justa medida: grave en calidad, mínima en cantidad. Pero al mismo tiempo, Francisco se da cuenta de la gravedad de los tiempos. La pederastia es grave, pero no deja de ser, al menos en España, el 0,2% de la pederastia global, y los ataques a la Iglesia por pedofilia clerical no son sino una repugnante hipocresía de una sociedad que defiende la pornografía como progresismo.

Ahora bien, lo que sí es importante es la batalla eucarística, lo más grave que ahora mismo ocurre en el mundo. Y ojo, porque en esta batalla el enemigo está dentro: son algunos clérigos -de ahí la reforma del aparato penal del Santo Oficio- quienes están propagando el sacrilegio por la sencilla razón de que no creen en la presencia real de Dios en la forma consagrada.

Y más y más grave: algunos altos cargos curiales y teológicos colaboran con quienes pretenden adorar a la Bestia. Ya saben, la desolación de la profanación.

Lo que sí es importante es la batalla eucarística, lo más grave que ahora mismo ocurre en el mundo. Y ojo, porque en esta batalla el enemigo está dentro: son algunos clérigos -de ahí la reforma del aparato penal del Santo Oficio- quienes están propagando el sacrilegio por la sencilla razón de que no creen en la presencia real de Dios en la forma consagrada

Y en paralelo, también vivimos, y también preocupa a Francisco, el abandono y la práctica desaparición en mucha diócesis de todo el orbe, de otro sacramento básico, el de la penitencia, simplemente por el procedimiento más contundente de no sentarse jamás en el confesionario, que está criando telarañas. 

Y respecto a la herejía y al cisma, que de ambas hay y vienen ligadas en el siglo 2022, basta con contemplar a la Iglesia alemana, que ya no constituye un peligro sino una desbordante realidad... dentro y arriba del Cuerpo Místico. Es el cisma de la soberbia teutona

En otras palabras, Francisco no devalúa ni moderniza, en sentido progre, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la fe. Lo que hace es potenciarla y hacerla más inquisitorial. Sí, más inquisitorial, porque la inquisición fue una cosa bonísima, aunque fracasara cuando se politizara, y se hermanara con el poder civil y se inmiscuyera en la libertad de las conciencias. 

¿Es una buena reforma la de Francisco? Sí, a lo mejor es buena, aunque las batallas espirituales no se libran en el terreno jurídico sino en los corazones de las gentes.

Es que la batalla de hoy no es una batalla contra la pederastia clerical -que también, naturalmente- es batalla eucarística, con un demonio suelto por el mundo que pretende ser adorado como Dios, aprovechando aquella predicción evangélica que se ha hecho realidad: Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? 

Por ejemplo, fe en que en el pan eucarístico se encuentra el mismísimo Dios, con su cuerpo, su sangre, su alma y su Divinidad. 

Y en paralelo, también vivimos, y también preocupa a Francisco, el abandono y la práctica desaparición en mucha diócesis de todo el orbe, de otro sacramento básico, el de la penitencia, simplemente por el procedimiento más contundente de no sentarse jamás en el confesionario, que está criando telarañas

Francisco es muy consciente de eso y por eso renueva la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (Fidem Servare).  Pero hay que saber, no sólo resultar un buen notario sino interpretar los datos correctamente. Y esto, el oficio de periodista, es más difícil que el de notario, aunque para ejercer este otro necesites una oposición... y cobres más dinero que el cagatintas. 

No, no hablamos de pederastia.