Con días de diferencia se nos informa de dos novedades. La primera, que desde el lunes 20 de enero, criar gallinas en libertad será ilegal. Por razones sanitarias, naturalmente. Porque, ¿y si alguna de esas, o esos, "gallus gallus domesticus” tuviera la gripe aviar, eh? ¿Y si ustedes se contaminan y contaminan a otros? Insolidarios, más que insolidarios.
Lo dicho: la dictadura del futuro vendrá por la vía sanitaria. Ante el temor a una enfermedad, como gallinas mojadas, y si nos obligan a andar a cuatro patas, lo haremos. ¿O es que no recuerdan que acabamos de cumplir cinco años del estallido del coronavirus en la ciudad china de Wuhan y aún no sabemos nada sobre el origen y el desarrollo de la pandemia?
Pero a los pocos días llega a las redacciones un comunicado del insigne grupo animalista “Anima Naturalis”, que solicita, en pocas palabras, la desaparición de las jaulas. O sea, que no vamos a tener ni huevos de gallinas en libertad, ni huevos de granjas donde los pobres "gallus domesticus" viven enjaulados. Así no hay manera de comerse un huevo frito.
Es decir, que estamos en una sociedad idiota: no puedes criar gallinas en libertad… pero los animalistas exigen la supresión de las jaulas. ¿Y si le damos veinte euros a cada gallina para que viva como quiera?
El animalismo constituye la consecuencia más estúpida del progresismo
Para entendernos, las gallinas fueron creadas para que los hombres se las coman, a ellas y a sus huevos… y el animalismo constituye la consecuencia más estúpida del progresismo.