La despedida de Gerard Piqué de su vida activa como futbolista recuerda aquella famosa anécdota de José Ángel Iríbar. Tras pasar muchos años como titular en al portería de la selección española de fútbol, Iríbar se nos convirtió en abertzale. Como fiel patriota vasco, aseguró que no quería defender la portería de España... justo cuando la selección ya había prescindido de sus servicios y no era convocado. 

Pues Pique igual. El entrenador Xavi, excompañero del alma pero consciente de que a Piqué, 35 años, le pesan las piernas, no deja de lanzar todas las loas del mundo a Piqué pero apenas le convoca: a enemigo que huye puente de plata.

Naturalmente, la despedida ha sido hagiográfica y amenaza con volver como presidente del Club. Claro que tenía que irse ahora, antes que su fracaso fuera manifiesto.

¿Renuncia a ganar un dinero? Claro, es la inversión necesaria para poder hacer rendir la fortuna que ya ha conseguido con el fútbol. 

Porque, como buen intelectual, habla sobre todo y sobre todos. No era independentista catalán pero suspiraba por "su gente"... los independentistas catalanes. Y como lo católico es un virus que viene de España, no dejaba de sazonar sus profundísimos comentarios en Televisión con blasfemias, que nunca viene mal ofender un poquito.

Sánchez es un ególatra, Piqué es un ególatra: nos sobran ególatras.