Contamos en Hispanidad que al actual Gobierno alemán -una coalición entre los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz, los liberales y los ecologistas- se le complica cada vez más la situación económica, y ya se sabe, cuanto más pobre, más progre, pan y circo para el pueblo. Si el Gobierno declaró que estaba estudiando despenalizar el aborto hasta el sexto mes de embarazo, unos días después, los alemanes ya tenían su nueva ley trans: Ley de Autodeterminación.

Tras el anuncio, llegó la denuncia, tal y como informó la Plataforma Contra el Borrado de las Mujeres: "el Consejo Federal, el Bundesrat, el órgano de representación de los dieciséis estados federados de Alemania, pide que se convoque un comité de mediación para analizar la nueva ley de autodeterminación del sexo registral aprobada recientemente por el Bundestag".

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Pues mientras se estudia, llegan los primeros casos: un gimnasio exclusivo para mujeres de Erlangen, Baviera, ha sido condenado por el gobierno a pagar una indemnización a un hombre trans porque la propietaria del establecimiento le denegara el permiso para utilizar las duchas de mujeres.

Doris Lange es propietaria del gimnasio Lady’s First desde hace más de 30 años, y no salía de su asombro cuando recibió una notificación de Ferda Ataman, Comisaria Federal Independiente para la Lucha contra la Discriminación, en la que recomendaba una “indemnización adecuada” por valor 1.000 euros a un hombre que dice ser mujer por los “daños personales sufridos” al negársele el uso de las duchas para mujeres.

Según el personal del gimnasio en la identificación del usuario aparecía como varón y nunca mostró ningún documento oficial en el que se indicara el cambio de sexo registral. Pese a esto, el gimnasio aceptó impartir un entrenamiento, pero él insistía en usar las duchas, ofreciendo como solución ponerse un bañador en las zonas donde hubiera mujeres desnudas. 

El centro rechazó el ofrecimiento y Laura Hannah Holstein, su nombre como mujer, envió un correo en el que solicitaba seguir teniendo acceso a las instalaciones y se comprometía a no usar las duchas. Nuevamente el gimnasio le dijo que no: “A mis clientas les parece que estoy dejando entrenar ahí a un hombre, al menos mientras esta señora cuente con órganos sexuales masculinos”, aseguró la dueña del centro. 

Pero tiempo después recibió una carta de la Agencia Federal Antidiscriminación (ADS), con encabezamiento del Ministerio Federal de Asuntos de la Familia, en la que se le ordenaba indemnizar Holstein: “Los hechos del caso podrían ser una violación de la AGG (Ley General de Igualdad de Trato, nota de la editora) en forma de discriminación directa por razón de género”.

La característica de género de la AGG también protege a las mujeres trans. Esto se aplica independientemente de si la persona en cuestión ya se ha sometido oficialmente a un cambio de nombre y estado civil y/o a medidas de reasignación de género”.

“Teniendo esto en cuenta, le pedimos que considere qué posibilidades y puntos de partida existen para una solución amistosa del asunto por su parte. Por ejemplo, le recomendamos que pague una indemnización adecuada por un importe de 1.000 euros por los daños personales que [ella] ha sufrido”.

Hay que recordar que casos como este no son aislados. En su día, informamos en Hispanidad sobre Los Ángeles donde un transgénero entró en el vestuario femenino de un SPA "con sus genitales a la vista", una clienta se quejó y el empleado del establecimiento le contestó que tenía derecho porque se sentía mujer

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