En 1928, Chesterton escribió lo siguiente sobre la radio, entonces casi naciente: “imaginemos que alguien hubiera dicho a los antiguos whigs y no digamos a los liberales, que había un tipo de prensa impresa que iba a eclipsar a todas las demás y que, como se lo iban a entregar al rey, a partir de entonces todas las publicaciones serían publicaciones gubernamentales. Habrían expresado su rebeldía incluso sus ideas regicidas a grandes voces. Pues bien, eso es exactamente lo que hemos hecho nosotros con ese nuevo invento de la radio. Nos parece mal nacionalizar las minas o los ferrocarriles, pero no perdemos tiempo en nacionalizar las lenguas y la conversación".
Por cierto, apenas unos años después, Chesterton hubiera podido decir exactamente lo mismo sobre la televisión.
En efecto, las licencias de radio y TV las conceden los gobiernos. Quien no posea una concesión no podrá emitir. Por eso, los distintos gobiernos de PSOE y PP concedieron 32 licencias de televisión regional y se han convertido en un duopolio: Mediaset y Atresmedia.
En cualquier caso, las concesiones de Radio, en España y en toda Europa, son distribuidas por el poder político entre un grupo de privilegiados del Sistema que explotan esas licencias: en España la SER es de PRISA, la COPE de los Obispados, Onda Cero del grupo Planeta... el resto son canales públicos al servicio de la ideología de guardia o sencillamente elementos mínimos que mueren porque no pueden competir con los grandes. Ni cuentan para los anunciantes ni, lo que es más importante, cuentan para las fuentes de información.
Buscadores y redes sociales se han convertido en el mayor enemigo de la libertad, un oligopolio privado que dicta sus normas a gobiernos y unidades supranacionales
En este panorama cerrado de radio y TV, Internet supuso una liberación, un mundo donde un modesto podía jugar a ser Polanco. En prensa, en el lenguaje escrito, y a pesar de los intentos del poder político, se mantiene ese paraíso de libertad. Como dijo el señor presidente de El País, ilustre escribano Joseph Oughourlian, en España llegan dos periodistas, montan un chiringuito en la Red y lo llaman periódico. ¡Qué cosas! Fíjense: algunos pensábamos que un periódico era precisamente eso, lo que hacían los periodistas, no lo que ordenaban los grandes especuladores metidos a editores.
Digo que, naturalmente, también el poder quiso hacerse con ese paraíso de libertad llamado Internet, en el que los pequeños podían hacer frente a los grandes. La WWW era demasiado amplia y hasta un bloguero de Murcia, si disponía de información y de una cabeza serena, podía poner en peligro al poder político o económico. Un intento de control que siempre existirá pero por ahora fallido, tanto cuando lo capitanea el monopolio público del Estado como cuando lo intenta el oligopolio de los multimedia. La radio y la tele no son libres, Internet sí.
Hasta ahí todo bien. El peligro vino después. La Red era tan amplía que se inventaron los buscadores y las redes sociales, que vienen a ser lo mismo. Un nombre brilla entre todos los demás: Google, que se hizo con un monopolio verdaderamente global y se convirtió en un liberticidio.
Esta vez no por un camino gubernamental, público, sino por un grupo de empresas que ya controlan a muchos gobiernos: Google. Los buscadores y las redes sociales han alcanzado -o intentan alcanzar, jamás lo conseguirán, el monopolio de las redes, el monopolio más peligroso: el del fondo, que no de la forma ni de la forma jurídica.
¿Y qué es lo que censura Google? Lo primero, la cosmovisión cristiana de la existencia. De otro modo: Google es el arquetipo de lo políticamente correcto
Y ahora son los gobiernos quienes ceden ante Google y las grandes empresas de contenidos. La prensa libre ya no está sometida a los poderes políticos, sino a Sundar Pichai, Serguei Brin y Larry Page, servidores del Nuevo Orden Mundial (NOM).
En 2022, la situación puede resumirse así: el objetivo de Google es que se lea o se vea (Youtube) sólo aquello que ellos quieran que se lea o se vea. El buscador de Page, Brin y Pichai, se ha convertido en la obra maestra del Nuevo Orden Mundial (NOM).
Buscadores y redes sociales se han convertido en el mayor enemigo de la libertad, un oligopolio privado que dicta sus normas a gobiernos y unidades supranacionales.
Que no le engañen: el famoso algoritmo de Google es como la inteligencia artificial: neutral... a partir de los postulados que les ha introducido una inteligencia de lo más natural: humana
¿Y qué es lo que censura Google? Lo primero, la cosmovisión cristiana de la existencia. Dicho de otro modo: Google es el arquetipo de lo políticamente correcto.
Que no le engañen: el famoso algoritmo de Google es como la inteligencia artificial: neutral... a partir de los postulados que les ha introducido una inteligencia de lo más natural: humana. Dicho de otra manera: hay dolo.
Concluyendo: Google es la censura perfecta... global y anticristiana. Y lo peor es que no nos damos cuenta de su poder omnímodo, no sobre las instituciones, sino sobre los mensajes, no sobre la cáscara sino sobre la nuez. Google es el creador del pensamiento único. Y lo malo es que no nos rebelamos porque ni si tan siquiera nos percatamos de ello. Además: es tan cómodo...