Es el documental definitivo, una hora y 19 minutos de duración. Imprescindible verlo completo para contemplar la estafa a la que estamos siendo sometidos por verdes y ecologistas. En medio del pensamiento políticamente correcto que impera en multitud de ámbitos, entre el tema verde se encuentra el calentamiento global (más bien calentamiento mental), el cambio climático... y para alarmar aún más se han empezado a usar los términos crisis y/o emergencia climática. Sin embargo, según muchos científicos destacados, no hay dicha emergencia, sino que se trata de una estafa para asaltar la libertad individual y dar más poder al gobierno mundial.
Así se puede ver en el documental Climate: The Movie (Clima: la película), obra del cineasta británico Martin Durkin que se estrenó el pasado marzo y acaba de ser doblada al español. Por ahora, se puede ver de forma íntegra y gratuita en YouTube, eso sí, con una advertencia que enlaza con la página web donde Naciones Unidas explica qué es el cambio climático... y se culpa a las actividades humanas. Se trata de una película de Clintel, una fundación independiente que crearon dos holandeses -el geofísico Guus Berkhout y el periodista científico Marcel Crok- en 2019 que está formada por personas que abandonaron el IPCC (el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático de la ONU que se creó en 1988) y que apuestan por centrarse en los aspectos científicos.
El documental de este año es una secuela de otro lanzado en 2007 por el mismo autor, bajo el título The Great Global Warming Swindel (La gran estafa del calentamiento global). En esta ocasión, en Climate: The Movie (Clima: la película), Dunkin señala con datos científicos que hay un muy leve aumento de la temperatura y que este último no ha sido provocado por el CO2, que es vida no muerte; y tampoco el hombre es el culpable.
Clauser, Premio Nobel de Física en 2022, refiere que el calentamiento global es más bien calentamiento mental: en los últimos 500 millones de años las temperaturas han variado mucho y ahora son excepcionalmente más frías. De hecho, estamos en la Edad de Hielo del Cenozoico Tardío
Con datos y opiniones de destacados científicos (Steven Koonin, Richard Lindzen, Will Happer, John Clauser, Nir Shaviv, Henrik Svensmark, Ross McKitrick y Willie Soon, entre otros), queda patente que el pánico ecologista excéntrico se ha convertido en una potente industria y una gran estafa de dinero que mueve billones de dólares. Asimismo, a quien se atreva a desafiarla debe lidiar con acoso, intimidación, falta de financiación e incluso suicidio profesional. El propio Koonin ha referido que los principales estudios científicos no apoyan la crisis climática y Happer ha subrayado que existe “una idea maliciosa sobre que la verdad científica se determina por consenso, pero en la ciencia real siempre hay discusiones”.
Clauser, Premio Nobel de Física en 2022, ha referido cómo el calentamiento global es más bien calentamiento mental. De hecho, en los últimos 500 millones de años las temperaturas han variado mucho y ahora son excepcionalmente más frías. Hace 60 millones, cuando comenzó la evolución de los mamíferos (incluido el hombre), el mundo era más cálido que el actual y en los últimos 50 millones de años se está dando la llamada Edad de Hielo del Cenozoico Tardío, y estamos en la cola de un periodo de enfriamiento, donde ha habido máximos glaciales (con el planeta mayoritariamente cubierto de hielo) y mínimos glaciales (donde sólo hay hielo en los polos). De hecho, los últimos 10.000 años, periodo conocido como holoceno, ha habido periodos cálidos y otros fríos... y los primeros han coincidido con la aparición de grandes civilizaciones y el medievo, por ejemplo. Los datos científicos reflejan que desde el año 1650 la temperatura ha subido en poco más de un grado.
Los datos científicos reflejan que, desde el año 1650, la temperatura ha subido en poco más de un grado
McKitrick ha subrayado el papel de los termómetros y de la llamada isla de calor urbano, que en un principio estaban fuera de las ciudades pero que con la expansión de estas han quedado dentro... y reflejan más calor donde hay más población y actividad humana, lógicamente. Por ello, se pone en duda los datos de los termómetros urbanos y se recomienda atender más a los de estaciones meteorológicas rurales (que apuntan a calentamiento entre 1880 y 1940, enfriamiento hasta 1970, y a partir de entonces ligero ascenso, pero apenas superior al que había en 1940), buques mercantes y de otro tipo, anillos de los árboles, satélites meteorológicos. Tener sólo en cuenta los termómetros urbanos supone “un calentamiento global espurio que se ha colado en el registro de la temperatura global sobre la tierra... y que no es alarmante”, ha apuntado Roy Spencer.
Respecto al nivel de CO2, también ha sido muy superior al actual: 2.000 partes por millón hace 50 millones de años, frente a 400 partes por millón. Se trata del alimento de las plantas y “ahora una gran escasez” (pese a lo que diga el “consenso” del cambio climático), según los científicos del documental, pues el CO2 sólo representa el 0,04% de los gases que hay en la atmósfera y es uno de los 25 gases de efecto invernadero. Asimismo, insisten en que “en el último máximo glacial, hace 20.000 millones de años, el planeta estuvo a punto de la extinción al haber sólo 180 partes por millón de CO2”; y en que “las glaciaciones empiezan cuando el CO2 está en máximos y terminan cuando está en mínimos” y que digo gas “nunca ha provocado cambios de temperatura”. “Los modelos climáticos no concuerdan con lo que observan los científicos, pues las observaciones reales y las pruebas históricas evidencian que no hay conexión entre CO2 y cambio climático, y que el clima siempre cambia”, ha añadido.
En el pasado, el nivel de CO2 ha sido muy superior al actual: 2.000 partes por millón han 50 millones de años, frente a 400 partes por millón. “Ahora una gran escasez”, pues sólo representa el 0,04% de los gases que hay en la atmósfera y es uno de los 25 gases de efecto invernadero
Es más, son “las variaciones en la actividad solar las que cambian la temperatura”, como ha apuntado Willie Soon y también se ha reflejado en los trabajos de Nir Shaviv y Henrik Svensmark. En concreto, las explosiones de supernovas lanzan escombros (llamados rayos cósmicos) que chocan contra la atmósfera y son las semillas que atraen vapor de agua y se convierten en nubes; en paralelo en el sol hay tormentas magnéticas y cuando está muy activo manda ráfagas de viento solar que limitan el número de rayos cósmicos que llegan a la Tierra y hacen que las nubes sean más blancas,... lo que genera más calor.
El cambio climático tampoco tiene vinculación con los fenómenos extremos. En EEUU había más olas de calor en los años 30 del siglo XX que ahora, con hitos como los 49 grados de Dakota del Norte y Dakota del Sur. En Inglaterra, en los últimos 350 años, el invierno es más cálido y el verano se mantiene igual, lo que refleja que el clima de la Tierra se ha vuelto más suave. El número real de incendios y las áreas afectadas son más bajas que en las primeras décadas del siglo 20. En los últimos 120 años, en huracanes se vive una tendencia a la baja. En la Antártida no ha aumentado la temperatura desde 1970 y hay más osos polares... Todo esto refleja la propaganda, o más bien el engaño que hay sobre el cambio climático, porque los datos reales muestran lo contrario. Una estafa que empezó a labrarse en los años 80, con ecologistas radicales y Al Gore, y empezó a darse una generosa financiación a cualquier investigación que incluyera lenguaje climático. “La alarma climática trajo fondos... y corrupción de la ciencia”, ha referido un científico, recordando el chiste sobre un gángster al que le preguntaban por qué robaba bancos y respondía “porque es ahí donde está el dinero”. Y todos esos fondos hicieron que surgieran impuestos, subvenciones verdes, regulación, empleos relacionados con el clima, académicos... “El IPCC, la NASA, etc. si dicen que el cambio climático no es un problema no tienen motivo para recibir financiación”, ha relatado uno de los expertos en el documental, añadiendo que cualquier investigación que lo contradiga se queda sin dinero y sus autores sufren marginación y rechazo.
“La alarma climática trajo fondos... y corrupción a la ciencia”, ha referido un científico, recordando el chiste sobre un gángster al que le preguntaban por qué robaba bancos y respondía “porque es ahí donde está el dinero”
Al mismo tiempo hay una política detrás del clima, que ahora atemoriza aprovechando las tesis del movimiento ecologista (el enemigo acérrimo del capitalismo industrial del libre mercado), y fuerza cambios en el público. Y por supuesto, “cuestionar la alarma climática es socialmente inaceptable”. Uno de los científicos del documental ha criticado el “ataque contra la investigación científica libre, que expone hechos y deja que la gente decida. Cuando no se puede hablar de los hechos, todo se corrompe”. Por si esto no bastara, aparte de menos libertad y más poder, hay “una hipocresía de clase y egoísmo”, apostando por alternativas poco fiables y lastrando la fabricación industrial, e incluso defendiendo que los países más pobres no deben aspirar a vivir como el Primer Mundo porque el planeta no lo soportará,... pero la apuesta por “el desarrollo sostenible supone que no haya desarrollo” y “toda política de sostenibilidad es restricción”.