Recomiendo la lectura de la carta enviada a los líderes mundiales que participan en la Conferencia de Glasgow (COP26) por el holandés Guus Berkhout, presidente del centro Clintel, de quien ya hemos publicado en Hispanidad algún documento.
Como ocurre en otros campos, en esto del cambio climático está ocurriendo algo inquietante: el sentido común se ha convertido en material revolucionario. Pero antes, para los amantes de la ‘titulitis', recordar que Berkhout es catedrático Emérito de Geofísica, miembro de la Real Academia de Artes y Ciencias de los Países Bajos (KNAW) y miembro senior de la Academia Holandesa de Ingeniería (AcTI): ¿ya estamos tranquilos? Porque entre los verificadores abundan los negacionistas de capacidades, es decir, los que deciden quiénes tienen preparación para hablar de algo y quiénes no.
A lo que estamos. En Hispanidad ya hemos hablado de estos simpáticos impertinentes holandeses de Clintel, que demuestran cómo los profetas del cambio climático fallan más que una escopeta de feria y que hasta los propios ‘expertos ONU’ dudan de sus predicciones, por lo que los políticos del tipo Antonio Guterres se empeñan en decir, en su nombre… lo que los propios expertos no se atreven a decir por sí mismos.
El CO2 no es nuestro enemigo y la energía nuclear es el mejor aliado de la humanidad
Pues bien, ahora Clintel les recuerda a los muy histéricos líderes políticos de la COP -un poner, Joe Biden- cosas tales como que la crisis climática no existe, y que lo que hay que hacer no es cambiar el clima, imposible para el hombre, sino adaptarse -y de forma local, que no global- a los cambios climáticos… naturales, que el hombre no es culpable. El hombre sólo es culpable de los basureros y esto se puede arreglar.
Clintel considera que no estamos en una época de calentamiento global (más bien se trata de calentamiento mental) sino que caminamos en sentido opuesto: hacia otra edad de hielo. Pero tranquilos: no va a suceder mañana.
La carta suplica a los líderes mundiales que no amarguen a la humanidad con predicciones apocalípticas y que, en cualquier caso, el CO2 no es nuestro enemigo. Es un maravilloso elemento de la creación que mejora el medio ambiente a través de la fotosíntesis y también dice que, ya puestos a hablar de energía, lo mejor sería adentrarnos en la energía nuclear, especialmente de fusión.
Clintel insinúa algo que empieza a resultar evidente, categoría racional más elevada que la de científico: que la histeria verde nos está llevando a la ruina, al apostar por energías renovables que encarecen todo el sistema productivo y, al final, provocan que se amplíe la distancia entre ricos y pobres.
Greta Thunberg insulta a los prebostes reunidos en Glasgow y les manda a tomar por rasca, pero lo cierto es que son los líderes mundiales, la galaxia del Nuevo Orden Mundial (NOM), el ecologismo progre y lo políticamente correcto los fautores de Greta Thunberg, que es, a su vez, arquetipo de una sociedad histerizada y cretinizada.
Pero no me lean a mí: lean el científico, comprensible y sólido argumentario de Clintel.