Decíamos en Hispanidad que un niño necesita un padre y una madre, necesita del componente masculino y de femenino. La maternidad no es una experiencia, es la participación del ser humano en el poder creador de Dios.
Siempre hay que ayudar a la maternidad, sobre todo en una población tan envejecida como la nuestra. Ahora bien, ayudar a quien ha sufrido una desgracia o ha cometido un error, si esa es la causa de una maternidad en soltería -lo más habitual- sí, en ese caso la ayuda resulta pertinente. Ahora bien, prescindir del padre porque soy muy feminista, oiga no. Un niño necesita de una madre y de un padre.
Dicho esto, nos centramos en la noticia de Fundación Madrina que señala que cada día aumenta más la presencia del padre en el entorno de la vulnerabilidad, especialmente de las "colas del hambre".
En España hay más de un millón y medio de hogares donde los hijos crecen sin padre. El 24% de las familias en nuestro país son monoparentales, según el INE y, de ellas, el 19% son hombres que educan a sus hijos en soledad, y tienen que elegir trabajar de manera precaria, porque no tienen recursos ni una red de apoyo para cuidar de sus hijos.
Sin embargo, cada vez hay más familias monoparentales encabezadas por un padre que se hace cargo de todo, aumentando esta cifra cada año.
Las "colas del hambre" de la Fundación Madrina observan que se ha doblado la vulnerabilidad y pobreza “paterno infantil”, especialmente con menores a cargo, y aumentan dramáticamente las “family homeless”.
Ayudar a esos padres que lo necesitan para sacar adelante a sus hijos, por supuesto que sí, pero sin olvidar un principio básico: un niño necesita de una madre y de un padre.