Un claro ejemplo de lo que sucede en el mundo occidental es la alternancia de poder, un sistema exportado desde Estados Unidos que ha colonizado las democracias de diferentes países. El éxito del sistema es gracias a una evidente y creciente división de la sociedad, ya sea por motivos históricos o sencillamente de minucias sociales, nunca debido a asuntos políticos de calado o brechas sociales donde se cometen auténticas injusticias de clase. Esta fórmula está diseñada para controlar a la sociedad, dividiéndola en dos partes irreconciliables. Es crucial mantener un discurso intenso y sin complejos para construir un relato que todos acepten, como se expone en el libro La fuerza del relato de Luis María y que expone magistralmente en esta entrevista.

Las elecciones europeas reflejan esta dinámica en cada país miembro, con dos partidos de corte socialdemócrata, uno a la izquierda y otro a la derecha, ambos moderados y regulados desde Bruselas. España no es una excepción: PP y PSOE se enfrentan en el Congreso, aunque sus eurodiputados sean socios de coalición en Europa, como reseñara hace unos días.

PP y PSOE, dos partidos socialdemócratas de aires progres, cuya secuencia lógica es la vaguedad relativista, no pueden admitir la libertad como fundamento transcendental, porque se verían atados de pies y manos

Nuestros políticos hablan de igualdad, pero realmente promueven el igualitarismo, conceptos que no sólo no son diferentes, sino antagónicos. Dolors Montserrat, candidata europea del Partido Popular, repite este mensaje sin recordar que la libertad es fundamental para ser iguales ante la ley, de hecho, es el pilar de un Estado de derecho. Un derecho fundamental que la amnistía impulsada por Pedro Sánchez desde el Partido Socialista ha convertido en una colosal mentira. Estos partidos socialdemócratas de aires progres, cuya secuencia lógica es la vaguedad relativista, no pueden admitir la libertad como fundamento transcendental, porque se verían atados de pies y manos, y estarían obligados a admitir otras realidades posibles de pensamiento con principios.

Pedro Sánchez sigue haciendo uso del fango como herramienta política y discursiva para victimizarse, como muestra en su segunda carta a la ciudadanía, en la que se declara inocente de las acusaciones en su contra y se victimiza sentimentalmente. Se queja de la operación pinza de la derecha y la ultraderecha, afirmando que quieren obtener el poder que no les dieron las urnas. Esto es irónico, ya que Sánchez llegó al poder mediante una moción de censura y se mantiene con una frágil mayoría que le dan siete votos comprados a alto precio: la igualdad ante la ley de todos los españoles. Lloriquea por defecto y se autodefine como la verdadera democracia. También se lamenta de que un juez llame a declarar a Begoña Gómez… Como si con eso les dijera a los jueces cuándo pueden o deben hacer sus demandas.

Sánchez busca plebiscitar estas elecciones para mostrar que sigue siendo el líder que España necesita, aunque solo el CIS de Tezanos lo da como ganador. En realidad, las encuestas indican que Alberto Núñez Feijóo ganará y que Vox aumentará su representación

Este teatro, respaldado por todo el PSOE, está diseñado para mantener a sus electores en el odio y alejados del raciocinio. Sánchez busca plebiscitar estas elecciones para mostrar que sigue siendo el líder que España necesita, aunque solo el CIS de Tezanos lo da como ganador. En realidad, las encuestas indican que Alberto Núñez Feijóo ganará y que Vox aumentará su representación con hasta seis eurodiputados. Este resultado refleja una tendencia en toda Europa: la caída de la izquierda, el avance de la derecha socialdemócrata y el crecimiento de los partidos soberanistas. Estos últimos actuarán como freno a la Agenda 2030, el Pacto Verde y las políticas migratorias invasoras, que están cambiando la identidad cultural de nuestros pueblos y ciudades. Parece ser que la libertad, el sentido común y el hartazgo de millones de europeos podrían finalmente cambiar el panorama político después de treinta años de manipulación y sometimiento.

Al final, los votantes, sin saberlo, se convierten en peones de una compleja coctelera geopolítica, mirando a Europa con temor, y no solo por cuestiones domésticas. Diversos elementos contribuyen a esta inquietud: la guerra fomentada por Joe Biden, quien no es precisamente un hombre de paz, se libra lejos de su país, pero ha causado una importante quiebra económica para los europeos, al menos desde el punto de vista energético; la inestabilidad en Oriente Medio y el rearme de los países muestran a los ciudadanos que los gestores de sus derechos y libertades los están llevando hacia la posibilidad de un conflicto que nos afectará a todos. Además, la limitada información proporcionada por los medios de comunicación occidentales nos lleva a considerar a Rusia como un actor temible, especialmente con China como su socia prioritaria.

Hay una tendencia en toda Europa: la caída de la izquierda, el avance de la derecha socialdemócrata y el crecimiento de los partidos soberanistas

La amnistía: el caballo de Troya de la democracia (Deusto), de Andrés Betancor Rodríguez. En esta exhaustiva obra no solo es una batería de razones demoledoras contra la amnistía, sino también un riguroso análisis legal sobre el nuevo régimen de impunidad y privilegio que trae consigo. Uno que vulnera los principios de separación de poderes, igualdad ante la ley y seguridad jurídica, y que acaba con la generalidad de la ley penal y la prohibición de la arbitrariedad, también de violentar el Derecho de la Unión Europea.

La mentira del pueblo soberano en la democracia (Alianza Editorial), de Emilio Gentile. Los Estados Unidos dieron la pauta para esta forma de gobierno «del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Sin embargo, en las democracias actuales, el "pueblo soberano" no es más que una comparsa que interviene, tan solo en el momento del voto. En realidad, prevalecen las oligarquías de gobierno y de partido, la corrupción de la clase política, la demagogia de los líderes, la apatía de los ciudadanos, la manipulación de la opinión pública, la degradación de la cultura política y de los anuncios…

El ocaso de la democracia (Debate), de Anne Applebaum. Los líderes despóticos no llegan solos al poder; lo hacen aupados por aliados políticos, ejércitos de burócratas y unos medios de comunicación que les allanan el camino y apoyan sus mandatos. Asimismo, los partidos nacionalistas y autoritarios que han ido tomando relevancia en las democracias modernas ofrecen unas perspectivas que benefician exclusivamente a sus partidarios, permitiéndoles alcanzar unas cotas de riqueza y poder inigualables.