El libro de la hispanidad, así, por antonomasia, es Defensa de la Hispanidad, de Ramiro de Maeztu, uno de los grandes intelectuales españoles del siglo XX, que naturalmente, por católico y por intelectual, fue asesinado por milicianos y aún no sabemos que fue de sus restos. Un desaparecido en una cuneta, diría Carmen Calvo y ahora Félix Bolaños.
Si hay que explicar lo que es la Hispanidad hay que acudir a Maeztu: “al descubrir las rutas marítimas de Oriente y Occidente hizo la unidad física del mundo; al hacer prevalecer en Trento el dogma que asegura a todos los hombres la posibilidad de salvación, y por tanto de progreso, constituyó la unidad de media necesaria para que pueda hablarse con fundamento de unidad moral del género humano. Por consiguiente, la Hispanidad creó la historia universal”.
Más: ¿Es la hispanidad una comunidad, una nación? Aclara don Ramiro: “La libertad no ha sido ni puede ser lazo de unión. Los pueblos no se unen en la libertad, sino en la comunidad. Nuestra comunidad no es racial ni geográfica, sino espiritual”. Nuestra comunidad, naturalmente, es el mundo hispano.
¿Dónde radica la relevancia de la hispanidad? Las tres grandes obras de la Hispanidad son: la Reconquista, la contrarreforma y la civilización de América.
¿Y cuál es la filosofía hispana? La de la insustancialidad del mundo y de sus pompas. Pues lo propio de la hispanidad es el “anhelo inagotable de eternidad”.
“La vida es sueño”. “En labios españoles -asegura Maeztu- significa esta frase lo contrario de lo que significaría en los de un oriental. Al decirla, cierra los ojos un budista, a la vida circundante”.
Y hasta cuando Calderón asegura que la vida es sueño a lo que alude es a que, para quien mira hacia la eternidad esta vida sólo es el prólogo de la eternidad, que sólo ganan los hombres libres y coherentes con su fe, hombres que saben que sólo quien está dispuesto a dar su vida por su ideal vive una vida plena. El resto, sólo sobrevive.
Con la Hispanidad, España enseñó a vivir al mundo.